El misterioso asesino del Tylenol



La compañía Johnson & Johnson adquirió, en 1959, los laboratorios McNeil fundados en 1879 en el cual se creó el famoso analgésico Tylenol, medicamento especializado en cefaleas y control de síntomas de gripe, consumido por una gran parte de la población de los estadounidenses y que puede ser vendido sin receta. Si bien, es curioso cuando uno trata de investigar la línea histórica de este medicamento, es en la etapa de la década de los ochenta cuando aparece eliminada una gran parte histórica de su distribución en los Estados Unidos. ¿Qué condujo a la compañía Johnson & Johnson a borrar este historial? 
                                                                                                 I. Una misteriosa Muerte
La respuesta se encuentra en una noticia ocurrida el 30 de septiembre de 1982, cuando una persona fue encontrada sin vida, en el interior de su hogar. Sostenía el medicamento de Tylenol. Ante la misteriosa muerte, las autoridades no se imaginarían el horror cuando la autopsia reveló que la víctima había sido envenenada con cianuro de potasio. ¿Cómo fue que este veneno llegó a sus manos? Al inspeccionar los analgésicos, se descubrió que las pastillas contenían los rastros del cianuro. La prensa nombró la muerte como "asesinato por control remoto".
  
                                                                    II. Medicamento mortal
Creyendo que se trataría de un caso aislado, las autoridades fueron alertadas, esta vez en el mes de octubre, del aviso de seis víctimas. La primera fue una menor de doce años, la segunda una mujer que había dado luz que corresponde al nombre de Mary Kellerman, y las otras tres víctimas era la familia Janus. Adán Janus falleció al tomar una pastilla, y en su sepelio, su hermano Stanley y su esposa habían tomado del medicamento, y en aquel momento se celebrarían tres ataúdes en un mismo entierro. 
  Las víctimas habitaban en los barrios periféricos de la ciudad de Chicago. La policía construyó un perfil para buscar al responsable: ya sabían que se trataba de un sujeto que introducía cianuro de potasio a los analgésicos. Debería ser un sujeto con conocimientos en química farmacológica, o un empleado de la misma compañía con acceso a la fabricación de las pastillas. 
  La histeria se desató en todo el país, más de cuatrocientos detectives indagaban quién era el presunto homicida, y era como buscar una aguja en un pajar. Mientras se invitaba a la población a no consumir o comprar el producto, por consiguiente la empresa multinacional reportó ventas bajas de su producto. 

                                                                 III. Los Copycat
  Una cuantiosa cantidad de 100,000 dólares ofreció la compañía Johnson & Johnson para proporcionar pistas del asesino, además el personal ejecutivo ordenó retirar de las farmacias el medicamento y no volvería a los estantes hasta dar con el criminal. Situación que aprovechó la competencia para colocar sus respectivos productos. Bayer fue uno de ellos, y no se dudó en pensar que Bayer fuera el responsable con la finalidad de sacar del mercado el medicamento. 
  A pesar de la intensa búsqueda, ocurrieron nuevas muertes, en esta ocasión en Filadelfia y Oroville, en California. La víctima había ingerido tres pastillas, y al examinarlas no correspondía con las mismas sustancias, tenía componentes de estricnina. Por la distancia, y los componentes del veneno, se pensó que en vez del asesino real, se pudiera tratar de un imitador, denominados comúnmente como Copycat. 
  Aún si poder capturar al verdadero asesino, hubo quién se hizo pasar por él como James Lewis, un sujeto que se hizo pasar por el homicida y envió una carta a la compañía Johnson & Johnson exigiendo un millón de dólares a cambio de dejar de poner veneno en los analgésicos. Las autoridades dieron con él, sin embargo no era el verdadero homicida pero fue detenido y llevado a prisión por trece años. 
  James Burke, director de la compañía, reaccionó ante la crisis participando en medios de comunicación. Avisó al público que devolviera todos los productos de Tylenol y se les daría un vale por un medicamento más resistente. Fue de esta manera en que se trabajó por una mejoría y se cambió la presentación del Tylenol por un frasco comprimido, recuperándose de la crisis. 
  Pero el caso inspiró a otros asesinos, uno de ellos en Colorado, habían sustituido el agua calmante para los ojos por ácido hidroclorhídrico. 
  En 1986 surgió otro copycat, sólo que se logró detener al asesino, se trataba de Stella Nickell, una mujer que envenenó las pastillas de Excedrin de su esposo, al que logró asesinar para cobrar el dinero del seguro. Para hacer creer a las autoridades de que no era un caso aislado envenenó otras pastillas de Excedrin. Su hija, Cindy, se percató de la situación y logró denunciarla. La mujer fue sentenciada a noventa años de prisión. 

                                                                 IV. Homicidios sin resolver
  El caso del asesino del Tylenol inspiró no sólo a otros homicidas, sino también a escritores que pronto retomaron esta acontecimiento como la trama de sus obras, entre ellas el cómic The Punisher, que publicó una edición donde el Castigador enfrenta a los asesinos de aspirinas. 
  En la actualidad continúa sin resolverse el caso del asesino del Tylenol

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