George Metesky: el loco de las bombas


"Compañía Edison, ladrones. Esto es para ustedes" decía la nota encontrada junto a la caja de herramientas donde fue encontrado un dispositivo destinado a volar en pedazos el edificio de la compañía Edison, empresa de electricidad que se encarga de abastecer de energía a la ciudad. 

   La caja que contenía la bomba fue descubierta en el alfeizar. Los empleados de la central eléctrica notificaron de inmediato a las autoridades. El escuadrón se encargó de desactivar el explosivo. 

   


Mientras tanto, el inspector Finney intentó buscar las respuestas ante las  dudas que surgían en este atentado: ¿cómo le hizo el terrorista para entrar al edificio, con aquella caja, y  pasar desapercibido? Ninguno de los empleados recuerda haber identificado a alguien cargando la caja de herramientas. En un principio se consideró un caso aislado cuando nuevamente se presentaría un nuevo atentado. 

   Fue un año después, cuando un civil encontró otro dispositivo explosivo cerca del edificio de la Compañía Edison. En la calle 19, el artefacto se encontraba en el interior de un calcetín, consistía en un detonador de baja frecuencia conectado a un reloj despertador. Sin dejar pistas ni evidencias, el inspector Finney sospechaba que el autor pudiera ser el mismo que un año antes había amenazado con volar el edificio de la compañía. Conjeturó que probablemente intentó dejar la bomba en alguna parte del edificio pero no tuvo tiempo o iba a ser descubierto. 

   Tres meses después, cuando inició la Segunda Guerra Mundial, la policía de Manhattan recibió una considerable pero inquietante nota: "No voy a poner más bombas  mientras  dure la guerra. Así lo decido por mis sentimientos patrióticos. La justicia hará pagar  por sus actos a la Compañía Edison". Sin dejar de ser una amenaza, ¡vaya psicópata tan más considerado!

   Cumplió con su promesa, mientras permanecía la guerra no dejó ninguna bomba. Sin embargo enviaba amenazantes misivas, juraba hacer explotar a la Compañía Edison y en dejar bombas en lugares públicos. 


  El 29 de marzo de 1950 fue encontrada la tercera bomba, afortunadamente sin estallar. Fue localizada en la Estación Central y esta vez el arma era de mayor potencia a comparación de las anteriores. Por desgracia la cuarta bomba detonó, en el mismo año, en el interior de una cabina telefónica en la Biblioteca Pública de New York. 

   Un quinto ataque se realizó en las instalaciones del Teatro Paramount en 1956. Seis víctimas salieron lesionadas, indicando que en esta ocasión la bomba era de mayor potencia. Desde aquella vez la Prensa bautizó al terrorista como "El Loco de las Bombas" y la policía estaba desquiciada al no poder apresarlo, mucho menos hallar pistas de él. 

   Entonces el capitán Cronin y el inspector Finney recurrieron a los conocimientos del Dr. James Brussel, psiquiatra forense, quien se encargó de elaborar un perfil del criminal en base a una estructura de personalidad. Dio la siguiente descripción: 

"Es un hombre extranjero, de origen eslavo. Aproximadamente de unos 50 años de edad. Con un trastorno paranoide.  Introvertido. De complexión fuerte. Cuida su aspecto. Es pulcro. Soltero, posiblemente vive con alguna pariente. No está interesado en las mujeres. Es una persona educada, probablemente no acabó el instituto. Tiene conocimientos en electricidad y mecánica. Es hábil y meticuloso en su trabajo. Si se le critica puede ser violento. Está resentido y cada vez más. Es una persona religiosa. Sus cartas las envía desde Westchester, que no es donde vive, ya que no es tan estúpido. Una mayor población de polacos está en Bridgeport, Conneticut, y para ir desde allí a Nueva York hay que pasar por Westchester. Ha estado enfermo, posiblemente del corazón"



   El Dr. Brussel propuso hacer público el perfil del criminal, no obstante solo consiguió que se provocaran falsas alarmas, pues la policía recibía bastantes llamadas de sujetos que aseguraban ser "El Loco de las Bombas". Incluso hubo personas que acusaban a sus vecinos de ser el terrorista, pues encajaban con la descripción.

   El capitán Cronin y el inspector Finney tuvieron una mejor idea: publicar en el periódico una nota solicitando al criminal entregarse a las autoridades y a cambio si tenía una deuda con la sociedad se podía aclarar. Para esto se habían basado en las anteriores cartas donde amenazaba con dañar a la Compañía Edison. La redacción denotaba un profundo resentimiento con la empresa y un odio arraigado, esto serviría para capturarlo. En efecto, su plan había sido efectivo.

  El terrorista había enviado una carta donde citaba a la Compañía Edison. Los agentes investigaron en la compañía, especialmente en el archivo administrativo, el historial de los antiguos exempleados y verificar quien coincidía con el perfil. Gracias a la ayuda de una de las empleadas administrativas llamada Alice Kelly, dio con el expediente de un antiguo trabajador llamado George Metesky, residente de Waterbury en Connecticut. Él había intentado responsabilizar a la empresa de haber desarrollado tuberculosis a raíz de un accidente laboral. Exigió ser indemnizado pero la empresa lo desoyó, por lo que éste reaccionó con una amenaza.

 


Habían dado en el blanco, las autoridades fueron de inmediato a detener a George Metesky y fue apresado el 23 de enero de 1957.

  El Dr. Brussel fue muy preciso en su perfil excepto en la enfermedad, había dicho que padecía problemas cardíacos y en realidad tenía tuberculosis. Dedujo que tenía trastornos paranoide pues argumenta que ellos tienen fuertes conflictos de rencor que pueden remontarse desde tiempo atrás. Además de tener una personalidad controladora, meticulosa, educada y muy córtes. Recordó que en el este de Europa los habitantes suelen amenazar con usar explosivos. La técnica del Dr. Brussel se considera en la actualidad como herramienta para atrapar criminales.

  Cuando Metesky fue capturado él había comentado que en realidad no deseaba lastimar a nadie, solo buscaba que su caso contra la Compañía Edison fuera atendido.

  De acuerdo al perfil del Dr. Brussel, Metesky no podía ser condenado a prisión por padecer un trastorno mental. En cambio fue trasladado a una institución psiquiátrica donde permaneció hasta en 1973. Nunca más tuvo altercados ni recurrió a amenazas. Falleció en 1994 a los 90 años


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