La Otra Maternidad: análisis de la película "El Bebé de Rosemary"


La maternidad es toda una polémica a través de las épocas, qué no se ha hablado de ella en distintos medios. Es usualmente idealizada en diversos países, pues la imagen de una mujer reproduciendo niños es la ideal y ha sido sostenida e impuesta como una función biológica determinada como un instinto natural, hasta que es cuestionada como un constructo social impuesto a las mujeres que les hacen creer que su función femenina se delimita a procrear (Miriela Sánchez Rivera, 2016). 
   Las cintas de horror nos viene a plantear aquella maternidad que representa todo lo opuesto a la idealización: una maternidad que aterra y que se puede reflexionar en el ámbito real, pues ¿acaso no da miedo que el cuerpo cambie y el dolor que implica el embarazo? El Bebé de Rosemary es un gran ejemplo para abordar lo aterrador de la maternidad, el miedo a ser madre.
    Hoy emprendemos el análisis de esta interesante cinta que se convirtió en una obra de culto y especialmente por los trágicos sucesos que se volvieron una leyenda.  
    Dirigida en el año de 1968 por Roman Polanski, la película está basada en la novela  homonima del autor neoyorkino Ira Levin. 
    ¿Para cuándo los hijos? Si bien la maternidad y paternidad son deseadas, pareciera deseo de otro sujeto, en este caso de lo social, y esto lo vemos al inicio de la película, se presiona al matrimonio Woodhouse para tener niños, aunque en realidad ambos no se ven seguros de tenerlos. En el caso de Guy, un actor con nulo reconocimiento no tiene una estabilidad económica y en especial al saberse rechazado en las audiciones y sólo haber participado en dos obras y un comercial. Incluso se muestra tímido, avergonzado de ser un actor con poco éxito. En cambio, Rosemary presume a su esposo como un destacado actor, siendo que Guy quería evitar que otros se enteraran; ella intenta crear la ilusión de que se vive como la gente famosa que son actores, cuando en realidad es un hombre decaído y sin fama. Me hace pensar en una clase de idealización que tiene esta mujer hacia la imagen de su marido y presiona por conseguir la casa, sabiendo que a su marido no le va bien. ¿Cómo sostener una paternidad si no se cuenta con los recursos económicos adecuados? Esto es un factor que influenciará en el famoso pacto demoníaco de Guy con los Castevet. 
   Esta misma situación ocurre con Terry a quien confunde, intencionalmente, con una famosa actriz. La vecina de Rosemary vive como “adoptada” por el matrimonio Castevet, una pareja de ancianos que no tiene hijos y en cambio la tratan a ella como si lo fuera. Terry parece la única interesada en creer que Guy es un famoso actor, hasta que poco después la vemos muerta tras lanzarse de la ventana. Sólo con la muerte de Terry, los Castevet se presentan con los Woodhouse y no parecen nada afligidos por esta pérdida, hasta parece que fingen sentir algo por la chica. A partir de aquí las visitas frecuentes e invitaciones de los Castevet se vuelve incómodas, pues Minnie Castevet siempre se inmiscuye en la vida de los Woodhouse.
   A partir de la primera cena-reunión que tienen con los Castevet, la vida del matrimonio cambia por completo: Guy ha sido aceptado en el papel estelar, su economía mejora y es cuando decide tener un hijo. Pero este deseo no parece realmente de una paternidad, parece mas bien de una situación por interés. La noche que Guy y Rosemary se ponen de acuerdo para embarazarla, Minnie los visita para entregarle un mouse de chocolate. El postre tiene un sabor extraño que provoca la pérdida de la conciencia de Rosemary y aquí ocurre una de las escenas impactantes de la película que influirá no sólo en la trama, también en la personalidad de Rosemary y su embarazo. 
    La maternidad en esta película se manifiesta del lado opuesto, lo indeseable que llega a ser. Comparado con la realidad, sí, el desarrollo del embarazo es espantoso por los síntomas que experimentan las madres y el cambio físico, haciéndose sentir menos deseables. En lo social, el embarazo es considerado como algo ideal e idealizable, pero pocos hablan de lo terrible que es este proceso.  El cambio físico de Rosemary es impresionante: la palidez, el bajo peso, la debilidad, los dolores, un marido que no la voltea a ver y que los demás le señalen su cambio físico. Pero los dolores físicos son de lo que menos se debe preocupar esta mujer, pues una secta satánica la persigue a ella y a su hijo. La mujer de esta cinta se siente vulnerable y expuesta, ¿acaso no se sienten así algunas mujeres embarazadas, vulnerables y el temor de que algo pueda ocurrir a su bebé? Las películas previas a esta cinta nos mostraban un ideal del embarazo, lo bonito que es ver crecer el vientre de la madre y todos felices con la llegada del futuro bebé. Sin embargo, con “El Bebé de Rosemary”, se nos muestra lo opuesto, es una maternidad que aterra y nos hace pensar lo indeseable que es pasar por esa situación.
   No sólo se habla del dolor físico del embarazo, también el dolor psíquico. La salud mental también está en juego, que en el caso de Rosemary se desarrolla un delirio de persecución, alguien o algunos quieren arrebatarle a su bebé y sacrificarlo en un ritual satánico.
   En el segundo sueño, Rosemary viaja en barco y culmina, desnuda en el sótano estilo gótico de una extraña iglesia, rodeada de ancianos, entre ellos los Castevet y Guy, pero completamente desnudos. Rosemary es ultrajada por un ser demoníaco y reclama que esto en realidad está sucediendo. Como todo sueño se puede analizar, esa mirada demoníaca que acecha a Rosemary, tiene rasgos similares a las de Guy y bien podemos pensar que es la desfiguración del mismo Guy y esto nos hace pensar en la realidad: ¿Acaso Guy no había sido un monstruo con Rosemary en el resto de la película? Pasa de ser el actor tímido a un hombre que violó a su esposa estando inconsciente y todavía se burla de ello, ignoró sus dolores mientras estaba embarazada, no le importó siquiera haber ofrecido a su primogénito a una secta satánica con tal de conseguir el éxito anhelado en su carrera y para poner la cereza en el pastel le dice a su esposa que de todas maneras tendrán más hijos, y es que el primero jamás le importó. De todos los villanos que aparecen en esta película, Guy es el peor, es un padre dispuesto a sacrificar a sus hijos con tal de conseguir lo que quiere. Si en “El Bebé de Rosemary” habla de la locura de la maternidad, también de una paternidad monstruosa

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