Durante el período de 1830 a 1914, la dictadura del oaxaqueño Porfirio Díaz prevaleció en el país, imponiendo un estilo de vida más arraigado al europeo. A pesar de las inversiones y el desarrollo cultural (como también el sometimiento de los indígenas) también fue escenario de los más terribles criminales en la historia de México antes de la Revolución.
Uno de ellos fue el Francisco Guerrero"Chalequero" comparado con Jack el Destripador de México (de quien tendremos un espacio dedicado en el calabozo) y en segundo lugar una mujer que fue acusada de dos infames feminicidios: Doña Guadalupe Martínez de Bejarano conocida como"La Temible Bejarano".
El famoso caricaturista Guadalupe Posadas realizó un grabado donde retrata uno de los dantezcos crimenes, sometiendo a una de sus víctimas a una agonía, mientras en su rostro se deforma a la expresión alejada de la humanidad, pareciera más la de una bestia impulsada por sus instintos salvajes. A través de la caricatura y las noticias se dio a conocer el grotesco secreto que ocultaba en su hogar, en realidad una cámara de la tortura.
Poco se sabe de la información de la vida de Doña Guadalupe, solo se conoce que estuvo desposada por el señor Bejarano de la cual procreó a su hijo Aurelio Bejarano Martínez. La mujer pertenecía a una clase social media alta, lo cual esto nos indica la posibilidad de no levantar sospechas cuando cometía sus crimenes, pasando desapercibida. Además hay que agregar que en aquella época las leyes contra crimenes de esta naturaleza no eran tan fuertes.
Sus vecinos era conocida como una mujer altruista, ayudaba especialmente a jóvenes huerfánas con darles trabajo en su casa, sin saber lo que en realidad deparaba el destino de las chicas en manos de la Bejarano.
Con la argucia de "ofrecerles trabajo de sirvienta" atraía a sus víctimas que reunían el perfil de niñas huérfanas y de escasos recursos, además de ofrecerles "buena educación". En algunos medios de información refieren que fueron muchas sus víctimas, pero de las que se tiene registro fue Casimira Juárez en 1887. La menor fue atraída a la casa de Doña Guadalupe con el pretexto de trabajar como sirvienta y ser adoptada, sin saber lo que le esperaba. Durante días Casimira era torturada, Doña Guadalupe la obligaba a sentarse a un brasero ardiente, quemando la carne de sus glúteos. Si eso no era suficiente, la colgaba de los brazos con una reata desde el techo de una de las habitaciones y procedía a fustigarla, al grado de provocar llagas en la piel que se reventaba y supuraba, mostrando el hueso. También los genitales fueron objeto de tortura y desnutrición avanzada. Se negaba darle alimento y cuando lo hacía le propiciaba brebajes de dudosa procedencia. La niña, al salir de la calle, mostraba magulladuras, cortes, quemaduras, basura en el cabello y ausencia de higiene. Al fin rompió el silencio y pidió ayuda a las autoridades
Casimira Juárez fue recogida por las autoridades pero falleció en el hospital.
Las autoridades se enteraron del dantezco crimen ejecutado por la Bejarano. Doña Guadalupe fue arrestada y enjuicida. Pero como se describió, anteriormente en materia penal, tampoco existía castigos eficaces para este tipo de crimenes por lo que Guadalupe salió libre después de permanecer un período corto de 5 años. La privación de libertad no fue impedimento para que el sadismo de Guadalupe se manifestara. En la sociedad porfiriana fue conocida como "La Mujer Verdugo".
En 1892 volvería a cometer sus actos deplorables contra la infancia, esta vez fueron dos niñas, las hermanas Guadalupe y Cresencia Pinedo. Utilizó la misma estrategia: convencerlas con trabajo y buena educación. Pero solo fue una artimaña para torturarlas. La fustigaba desnudas hasta dejarlas sangrando o tenerlas colgadas sobre el techo mientras les propiciaba latigazos.
Si eso no era suficiente, las desnudaba y las golpeaba hasta dejarlas sin conciencia. Pero su tortura favorita era la "Silla Romana", un brasero ardiendo. Obligaba a las hermanas a desnudarse y sentarse sobre el brasero, quemando sus glúteos y genitales, todo ante la mirada extasiada de la Mujer Verdugo.
Los gritos de las hermanas alertaron a los vecinos. De inmediato llamaron a las autoridades que tenían conocimiento del homicidio anterior. Cuando fue enjuiciada, su hijo Aurelio, la denunció y confesó que no eran los únicos crimenes de su madre. En modo de defensa, Doña Guadalupe intentó acusar a su hijo de ser cómplice y de ser el autor de los crimenes, mientras que ella los encubría. Esto fue desmentido por la misma investigación, revelándose que, en efecto, fue Doña Guadalupe la autora de los feminicidios. Se le condenó a 10 años de prisión, mientras que su hijo Aurelio fue condenado a dos años por complicidad.
En un negro carruaje fue trasladada hacia la prisión de Belén, situada en la ciudad de México. Durante su arresto, los habitantes querían lincharla y su odio los orilló a lanzarle piedras y escupitajos. En el recorrido del carruaje, a pesar de los intentos de injurias Doña Guadalupe salió ilesa. Sin embargo su destino empeoraría al permanecer tras las rejas de la prisión de Belén. Era un lugar en pésimas condiciones, por ejemplo las celdas carecían de sanitarios y las reas debían realizar sus necesidades en cubetas y vaciarlas en un tambo que desprendía fétidos olores.
Las contantes amenazas de las otras prisioneras, la falta de higiene y el dolor estomacal se volvieron compañeras de celda para Doña Guadalupe hasta el día de su muerte.
ANÁLISIS
Guadalapue Martínez Bejarano es considerada como la primera asesina serial en México. A pesar de la falta de información de la vida personal de la Mujer Verdugo (apodo adjudicado por la prensa durante su arresto) que nos pueda ayudar a identificar el origen de sus actos criminales, a partir de sus crimenes se puede analizar su comportamiento y deducir algunos factores que nos puedan ayudar a conjeturar la estructuración de su psicopatología.
La victimaria pertenecía a la clase social media-alta, cabe mencionar que en la época del Porfiriatio las clases pobres eran catalogadas como una clase inferior, ignorante, brutos y con tendencia al crimen. El clasisismo no se hacía esperar al estigmatizar a un grupo social, por lo que esto conlleva a que algunos crimenes sin resolver sean adujicados a los pobres y no se piense en que un burgués sea probablemente el autor. También hay que mencionar que las leyes sobre protección infantil no estaban estructuradas, esto contribuye a que el castigo era inferior a estos crimenes y aumentara la propagación de la violencia infantil.
Doña Guadalupe Martínez Bejarano era una mujer viuda con un solo hijo. Curiosamente -y de la poca información que se posee- los crimenes ocurren tiempo después a su viudez, como si el matrimonio hubiera sido una manera de contención a este sadismo que se desproporcionaría con las víctimas.
La estrategia adopatada por esta mujer, para capturar a sus víctimas, era convencer a familias de escasos recursos en ofrecerles empleo a las hijas (especialmente menores) para ser empleadas domésticas y les ofrecería "buena educación", lo cual esto garantizaba que las hijas en un futuro les depara desposarse con alguien de clase media-alta. Las familias de escasos recursos eran víctimas de esta estratagema y confiados entregaban a sus hijas, pues cabe mencionar que para la clase social pobre, durante el porfiriato, la pobreza era extrema por lo que esto representaba una oportunidad de ingresos. Esta apariencia de una mujer dispuesta a educar nos indica de una habilidad de manipulación, característica común en la psicopatía. Aunque la estrategia nos habla de una capacidad organizativa y astucia, fue descuidada pues el hogar de los horrores se hallaba cerca de otras viviendas de clase media-alta podían atestiguar las torturas, además una de sus víctimas Casimira Juárez mostraba señales de tortura muy evidentes. Sin embargo este aparente descuido pudiera pensarse en una forma de exposición grotesca de su víctima ante otros, como una forma confiada de superioridad.
El hecho de que eligiera a niñas de clase pobre no solo se trata de que eran víctimas potenciales de las cuales nadie declarar ante las autoridades, el sadismo que muestra esta mujer tiende a tratar a sus víctimas como objetos bajo un dominio de poder, de ahí el placer independientemente de la forma de tortura. La satisfacción se halla en someter a la persona, no necesariamente matarla aunque esto ya sea secundario.
El sadismo suele catalogarse como trastorno de desviación sexual en la edad adulta. En las crónicas que la describen tienden a mencionar "tortura hacia los genitales femeninos de las menores", lo cual esto apunta a un odio hacia esa parte del cuerpo femenino que se descarga en un placer satisfactorio. De manera hipotética, se puede pensar que aquel infame acto pudiera ser producto de una fantasía de odio destructivo hacia los genitales que representan un objeto de fijación, pero sobre todo hacia la representación femenina que culminaba en el cuerpo. El afecto hostil no se contiene sino que se ejecuta mediante un acto representado en método de tortura.
Como reitero, no hay un historial que hable sobre su vida, pero con este acto nos hace pensar que esta posible fantasía cargada de afecto hostil y sádico, dirigido hacia las niñas, pudiera tener origen en su propia infancia. No es necesario que la victimaria halla vivido una situación similar a lo que le hizo a sus víctimas, pero se pudo gestionar esta fantasía en experiencias que generaran hostilidad hacia los genitales femeninos. Este afecto de hostilidad destructitva conlleva a la ausencia de remordimiento o sentimiento de culpa, como si estuviera justificada la acción. En cambio la victimaria puede fingir con tal de liberarse de sus cargos, como lo hizo en el juicio al acusar a su hijo. Aunque esta estratagema no funcionó ante la evidencia reunida, nos refiere este acto que en realidad hay una ausencia de afecto hacia el hijo, pues lo coloca como responsable de sus propios crimenes.
La falta de estructura de la Ley ante protección de infantes fue aprovechada por esta mujer que volvería a cometer sus crimenes con las hermanas Pinedo, no hay relaboración de sus actos, por lo que la intensidad del afecto hostil es superior ante los otros procesos de juicio mental.
Comentarios
Publicar un comentario