Hombre de Familia
Su nombre real era Albert Henry DeSalvo, y nació el 3 de septiembre en 1931, en Boston, Masachusetts. Hijo de un peón, Albert creció en un ambiente precario, tanto de dinero como afectivamente, en especial por parte de Frank DeSalvo, su padre. El hombre era alcohólico y tendía a violentar a su esposa y a sus hijos. Los golpes que proporcionaba a la mujer era delante de sus hijos, sin importar que éstos fueran testigos. Frank tendía a romperle los dientes o flexionaba hacia atrás los dedos de su esposa hasta rompérselos. Y lejos de ser una figura de autoridad, Frank enseñaba a sus a robar, desarrollando métodos de hurto y en qué lugares.
Los primeros pasos a la criminalidad de Albert era hacia el robo, orientado por su propio padre. Sin embargo, fue sorprendido y, como consecuencia, trasladado a un reformatorio.
A la edad de siete años, Albert fue vendido, junto con sus hermanas, como esclavos a un granjero de Maine por la cantidad de nueve dólares. Ahí fue víctima de abuso, tanto laboral como sexual. Al volver a su casa, decidió escaparse y refugiarse en los muelles, sitio usado por otros chicos para esconderse.
En su etapa de adulto, participó como soldado y enviado a las fuerzas de ocupación de Alemania. En este período mostró una actitud respetuosa ante sus superiores, aunque hubo un reporte relacionado a un episodio de desobediencia. Durante su estadía en el ejército conoció a Irmgard una joven de clase media con la que se enamoró y terminó por desposarse y tener dos hijos, en especial a una niña con problemas en la cadera, por lo que tenía que usar aparatos ortopédicos. Abandonó el ejército por petición de su esposa, además tenía otro reporte: había acosado sexualmente a una menor de edad.
Dicho comportamiento se manifestaría, de manera compulsiva en la relación con su esposa, causando en ella el rechazo hacia su cónyuge. Orillado por la falta de economía en casa, Albert regresó a sus antiguos hábitos de robo en casa, pero fue sorprendido por las autoridades.
El impulso sexual no había desaparecido, sólo se incubó y se volcó al ver en televisión un programa donde entrevistaban a un fotógrafo que aseguraba en convertir a las chicas en modelos. Esto se asoció a la idea de hacer lo mismo pero con la intención de acoso. Fue de esta manera como se había hecho pasar por fotógrafo, buscaba departamentos de jovencitas a las que, con mañas astutas, las convencía de que pertenecía a una agencia y buscaba nuevas modelos. Al tomar medidas y fotos prometió enviar a un representante, cosa que nunca ocurrió.
Poco a poco el impulso sexual ganaba terreno en la conciencia de Albert, que pasaba de engañar a mujeres jóvenes a entrar a casas ajenas y acosarlas, situación que derivó a prisión. Pero su sentencia sólo duró once meses.
Horror en Boston
Fue en 1962, cuando se reporta el primer asesinato en Boston: Ann Sleser, una mujer mayor de edad, fue hallada sin vida en el apartamento que solía habitar. Su hijo la encontró semidesnuda, sólo portando una bata para bañar, y un lazo de la bata usado para asfixiarla. Las primera conjetura de las autoridades fue que el agresor ingresó a la vivienda a robar, ya que había cajones abiertos, pero esta conjetura fue desechada al comprobar que ningún objeto de valor había sido hurtado. ¿Cómo fue que el homicida ingresó? Además el cuerpo de la mujer presentaba contusiones y fue sometida sexualmente antes de ser asesinada. A pesar de que se entrevistó a las personas del alrededor, nunca se supo del responsable.
Sólo habían transcurrido dos semanas y ya se había reportado el homicidio de otra víctima. Esta vez era Nina Nichols, una viuda de la tercera edad que también fue asaltada sexualmente y asfixiada con medias de Nylon.
Se convocó a una reunión con los oficiales de policía, y así evitar otro homicidio. Estaba el temor de que se trataba el mismo asesino. Pero había sido demasiado tarde... Helen Blake, una enfermera de la tercera edad, fue encontrada sin vida en su apartamento bajo las mismas condiciones: asaltada sexualmente y ahorcada con medias de nylon. Cuando fue trasladada al forense se determinó que había muerto hacía dos días, y para sorpresa de todos, murió el mismo día que Nina Nichols. El asesino había cometido un multihomicidio.
Con el tercer asesinato, se desató las investigaciones policíacas, todos trabajando bajo un mismo perfil: un hombre con poco control de sus impulsos sexuales y un odio hacia su madre. Una intensa búsqueda se desató en Boston. Se lanzó el comunicado a la población de mantener puertas cerradas y no dejar entrar a desconocidos.
Pero con todo y las medidas de precaución, apareció sin vida la cuarta víctima: Ida Irga. La mujer de la tercera edad fue violada mientras sus tobillos fueron encajados en huecos del respaldo de la silla, y también había sido asfixiada. Fue encontrada por un niño, hijo del portero de los apartamentos donde vivía. El niño descubrió el cuerpo en la sala. El asesinato ocurrió en agosto, es decir, un mes después de los anteriores.
La quinta víctima, Jane Sullivan, también enfermera, fue encontrada sin vida en su apartamento. Reunía las mismas condiciones: una mujer de la tercera edad, sola, violada sexualmente y asfixiada. La evidencia forense determinó que había muerto el mismo día que falleció la cuarta mujer.
Se realizaba reuniones con psiquiatras para clasificar un perfil y de ahí predecir cuándo volvería a atacar. Pero los patrones conductuales desconcertaron a las autoridades, tanto médicas como policíacas, el asesino volvió a atacar, pero esta vez a una joven mulata de 21 años que no vivía sola. Al igual que Patricia Bisette, una joven de 23 años que también fue violada y asfixiada en su hogar.
Escapando de las garras de la muerte
Únicamente una joven logró sobrevivir al ataque del estrangulador de Boston. Se trata de una camarera que su identidad se mantiene actualmente en el anonimato. La mujer estaba enferma, y bajo el influjo de las pastillas, abrió la puerta a un supuesto fontanero. En cuanto lo dejó entrar la atacó pero ella respondió mordiéndolo, lo que provocó un descuido y ella aprovechó para gritar y alertar a los vecinos. El homicida escapó. La joven dio parte a las autoridades, y dio una descripción del atacante. Ella fue la primera persona que logró sobrevivir al estrangulador de Boston. Excepto Beverly Samans, una joven que murió bajo las mismas condiciones, sólo que a ella le apuñalaron el cuello.
El perfil de las víctimas desconcertó a los expertos en medicina legal y a psiquiatras, por lo que se pensó que pudiera haber más involucrados.
En 1963, año que los estadounidenses perdieron a John F. Kennedy, el estrangulador de Boston asesinó a dos mujeres más, la segunda la mató en el "día de luto nacional".
La Muerte de Mary Sullivan
Cada vez más los asesinatos horrorizaban a los ciudadanos, esta vez a finales del año de 1964, la joven Mary Sullivan fue la víctima más joven y con la muerte más grotesca: el asesino no sólo la violó, sino que destruyó la zona genital con un palo de escoba. Con el último asesinato, los ciudadano estaban cada vez más aterrorizados, pues el asesino ya se disponía a atacar a jóvenes de menor edad.
Reina el Caos
En base a los últimos asesinatos, la ciudad de Boston se vio sacudida por la histeria: las mujeres se negaban a salir de sus casas por la noche, y si lo hacían por una necesidad obligatoria, cargaban con gas lacrimogeno y perros como guardias. Guardaban objetos que pudieran servir de defensa bajo sus camas. Como los asesinatos ocurrían en casas, muchas amas de casa cambiaron las cerraduras. Los vendedores de puerta en puerta no eran bien recibidos. Nadie estaba a salvo, ni en sus propios pensamientos.
El caos y la confusión reinaba en los residentes de Boston, se hacían múltiples acusaciones al sospechar en personas que merodeaban vecindarios. Pero ninguna de aquellas llamadas fue la infructuosa. Los medios de comunicación nombraban a cualquier víctima que aparecía asfixiada como víctima del estrangulador, además de hubo otros asesinatos que se aprovechaban de la histeria hacia el estrangulador, pues hubo criminales que intentaron cometer los mismos homicidios.
Peter Hurkos, vidente al que la policía solía recurrir para resolver crímenes, fue contratado por la autoridades y así poder descifrar la identidad del asesino. Sin embargos los esfuerzos fueron nulos al contemplar que ni el mismo vidente pudo desenmascarar al homicida, en sus intentos por desvelarlo, recurriendo a sus habilidades precognitivas, se había equivocado de hombre.
Se hacían incluso conjeturas, que posiblemente hombres homosexuales, resentidos con mujeres, alguno de ellos pudiera ser el estrangulador de Boston. A esta altura cualquier hombre que radica en Boston pudo haberlo sido.
No fue sino hasta que, en 1965, un joven abogado obtuvo, por medio de una fuente de información anónima, el nombre del verdadero asesino: Albert DeSalvo.
Dos cómplices en el Crimen
El abogado resulta que tenía por cliente a George Nassar, un criminal acusado de un violento asesinato y estuvo internado en el hospital Bridgewater. Ahí conoció a Albert DeSalvo, un interno con el que sostuvo una plática, en la que por medio de indirectas, DeSalvo dio a conocer que él era el estrangulador de Boston.
Al saber que había una jugosa recompensa por la captura del temible homicida, Nassar compartió con su abogado que tenía por compañero al mismo estrangulador. Pronto el abogado se contactó con él y obtuvo la confesión. En efecto, el asesino era Albert DeSalvo, y compartió detalles de los asesinatos que sólo la policía tenía aquella información, como también otros asesinatos cometidos que los medios de comunicación y la policía llegó a ligar con la famosa cadena de homicidios. La confesión fue grabada y entregada a las autoridades correspondientes.
Por fin, el auténtico estrangulador de Boston fue capturado.
El Hombre que se acusaba así mismo
Aunque Albert DeSalvo confesó los asesinatos, las autoridades estaban reacias a admitirlo como el autor, puesto que las homicidios sugerían a una persona estratégica, en cambio tenían un sujeto que estaba desconcertado de su propia violencia, y buscaba ayuda profesional para tratar su "enfermedad". Relató que no tenía un móvil en específico y las muertes eran al azar, sólo leía el nombre en el timbre.
Mencionaba que se hacía pasar por un decorador o un fontanero, y al ver que las mujeres le dejaban entrar pero le daban la espalda para reanudar sus labores, DeSalvo experimentaba un profundo sentimiento de ira y fue cuando inició el ataque. Recordaba cuando su esposa le daba la espalda y lo hacia sentir inferior, además de sentirse avergonzada por él.Usaba medias de nylon para asesinarlas, objeto que usaba con los aparatos ortopédicos de su hija.
El sujeto se culpaba a sí mismo y quería buscar ayuda. A las autoridades y medios de comunicación les llamaba la atención que cuando Albert se refería a los asesinatos, hablaba en tercera persona.
Estaban en una situación difícil, DeSalvo no podía ser sometido a juicio sino estaba en sus plenas facultades mentales. Algunos sospechaban que se trataba de una treta del acusado: fingir locura para no ser trasladado a una prisión, sino a un instituto psiquiátrico. Se sabe que algunos psicópatas recurren a esta estrategia y estar libres en poco tiempo. Era un dilema, puesto que si el hombre estaba mal de sus facultades mentales, sería un error ir a prisión, en especial ser ejecutado. Por lo que se procedió a juzgarlo por los crímenes de asalto y abuso sexual que había cometido hacía tiempo y del que se estaba comprobado.
Después de una considerable junta, se decidió sentenciar al culpable. Fue internado en Bridgewater Hospital, lugar que fue pésima decisión. Ahí no recibió la ayuda que solicitaba, DeSalvo tan sólo necesitaba buscar ayuda para controlar el impulso que lo obligaba a matar. Se escapó del hospital dejando una carta que lamentaba haber huido, pero "necesitaba ayuda". Albert DeSalvo se entregó así mismo a las autoridades, y esta ocasión fue trasladado a prisión.
Murió en la década de los 70, tras ser apuñalado por un reo del que nunca se supo su identidad -y los demás reos jamás mencionaron- pero asestó seis apuñaladas en su corazón.
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