El Asesino del Torso


                                                                    I. El Torso Playero

Nos situamos en la época de la Gran Depresión, en Estados Unidos. Específicamente en 1934 en Kingsbury Run, una zona frecuentada por vagabundos, hasta que las autoridades habían encontrado los restos de un cuerpo sin vida, mantenido con cal. Se trataba de un cuerpo desmembrado de la siguiente forma: había sido cortado a la altura de la cintura, sin brazos, ni cabeza, y con las piernas cercenadas a la altura de las rodillas. Ante el macabro hallazgo, los medios nombraron el crimen como "Torso playero". Las autoridades no imaginarían que el siguiente año, el asesino volvería a atacar. 

                                                                    II. Inicia el Terror en Ohio

En esta ocasión fueron dos cuerpos encontrados en las inmediaciones de una pendiente conocida como "La Colina del Asno". Dos niños que jugaban fueron los que descubrieron el primer cuerpo: un masculino blanco sin cabeza, con los brazos separados del torso, con las piernas también cercenadas y cubiertas con calcetines mientras que los genitales también fueron cortados. Presentaba un dibujo del protagonista de "Educando a Papá" en un muslo.
La policía encontró el segundo cuerpo (pero tercero en número de asesinatos) en la maleza. Tenía las mismas características, salvo que se trataba de un hombre de la tercera edad. y presentaba huellas de haber sido atado en las muñecas. De acuerdo al reporte forense, los músculos del cuello estaban retractados, indicando que la víctima aún estaba viva cuando fue decapitada.







                                                            III. El regreso del Agente Elliot Ness 

  Elliot Ness, el legendario agente que había conseguido atrapar a Al Capone durante la época de la prohibición, fue asignado al caso de investigar el caso del asesino del torso, sobre todo cuando apareció la cuarta víctima, con el cuello degollado. La policía seguía el perfil de un hombre homosexual con tendencias sádicas o a fumadores de mariguana. A pesar de que el agente Elliot Ness estaba a cargo de la investigación, apareció otro cuerpo, en esta ocasión se trataba de una mujer. Los restos desmembrados fueron hallados dentro de un cesto, envueltos con periódico del día anterior, lo que supuso las autoridades que el cuerpo era reciente. Los testigos declararon que creyeron que se trataba de jamón. La cabeza, al igual que las otras víctimas, no estaba. 


Sólo la siguiente víctima había sido encontrada su cabeza. Dos niños afroamericanos, encontraron la cabeza de un joven -alrededor de veinte años- envuelta en un pantalón en Kingsbury. El resto del cuerpo mutilado fue hallado a una milla de distancia.
  La ciudad de Ohio era presa de un asesino serial al que la prensa nombró como "El Asesino del Torso". Incluso hubo un imitador (conocido por las autoridades como "Copycat") sólo que éste escribió la palabra "Nazi" sobre los restos despojados de la víctima.
  El asesino usaba el mismo método: decapitaba vivas a sus víctimas, desapareciendo la cabeza y manos, esto para dificultar la identidad del cuerpo. Además no había rastros de sangre, por lo que se deducía que el asesino del Torso mantenía en cautiverio a sus presas y los desmembramientos eran en el mismo sitio, y limpiaba los restos

  Los asesinatos continuaron el siguiente año: en 1936. Una joven que recorría el bosque encontró el cuerpo decapitado de un hombre. Por las vestimentas, se dedujo que era un vagabundo, por lo que se entrevistó a los vagabundos de Kingsbury si habían visto a un sospechoso. Algunos de ellos dieron el retrato hablado de un hombre blanco, de 30 años aproximadamente, cabello negro azabache peinado hacia atrás de frente amplia, y labios anchos. No obstante, a pesar de contar con la descripción, no se pudo hallar al responsable. Hubo muchos sospechosos, pero continuaban los asesinatos, en esta ocasión un vagabundo encontró un torso humano flotando en una cloaca. 
  Según el reporte, el cuerpo sólo tenía cinco horas de haber fallecido. 

                                                                         IV. Medidas desesperadas

  El agente Elliot Ness parecía perder la cabeza con el caso, ya que corría y aún aparecían más cadáveres mutilados hallados en los vertederos de basura. Ness ordenó mandar quemar las ruinas abandonadas de Kingsbury, provocando que todos los vagabundos abandonaran el lugar y fueron detenidos. Un total de 60 vagabundos arrestados, pero ninguno de ellos el asesino. Lejos de ganar la confianza de los habitantes, sólo se ganó el repudio. 
  Como un último intento desesperado, Ness atrapó a un médico diagnosticado con Esquizofrenia, acusándolo de ser el Asesino del Torso. Aunque el hombre fue enviado a un instituto psiquiátrico, no se comprobó que él fuera el responsable. 

                                                                          V. Cartas de un asesino

  Ness se hundió en el alcoholismo, sin poder haber atrapado al peligroso criminal. En cambio recibía postales de un desconocido que se burlaba de su ineficacia en el caso. Ness sólo tenía asegurada una cosa: el que enviaba aquellas cartas era el auténtico asesino del torso.

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