Ubicada
en la colonia Doctores, en la Ciudad de México, se trata de una
sorprendente edificación, imponente y a la vez atrayente, que se
encuentra actualmente en el abandono y descuido. El arquitecto
Fernando Saldaña es el responsable de ejecutar este sorprendente
obra de arte, para algunos extraídas de una mente esquizofrénica
pero que no deja de ser extravagante. El edificio reúne diseños
estilo colonial y griego. En su estructura se encontrarán grabados
con pentagramas, por lo que se piensa que su creador estaba
relacionado con la masonería, y se prestará a relatos sobre
supuestos rituales en las instalaciones, en especial la capilla.
Entre los
misterios que encierra la posada son las apariciones de una niña en
el sótano.
Resulta que, durante la década de los 60, el edificio
sirvió para que instituciones gubernamentales llevarán a cabo sus
funciones, entre ellos el Instituto
Nacional para el Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural. Una
de las instalaciones servía como guardería para los mismos
empleados. Una de las pequeñas había desaparecido, y cuando la
buscaron los empleados, desafortunadamente, encontraron el cuerpo sin
vida de la menor en una habitación del sótano. En la actualidad, en
el cuarto se montó un altar dedicado a la niña, compuesto por una
mesa con dulces y pequeños juguetes, además de una fotografía
enmarcada de la niña, y aún está colgado el vestido de la niña,
mismo con el que murió... y si creen que eso es muy creepy, deberían
ver en la misma habitación, el rincón donde fue hallada sin vida,
ahí se encuentra una cruz y en el piso varias cabezas de muñecas.
Además, en las paredes aparecen dibujos infantiles y frases de
canciones para niños, mientras el llanto de una niña se escucha en
el cuarto del sótano.
Otra de las leyendas que fue objeto la posada
fue que durante la década de los 70's, los túneles y algunas
habitaciones sirvieron como celdas de tortura para estudiantes que el
Negro Durazo capturó y mantenía en cautiverio.
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