Cada
semana, cuando se apagan las luces, el cine del pueblo proyecta una
nueva película de terror. Las escenas impresionan por su realismo:
los cuerpos desmembrados, las vísceras arrancadas, las
decapitaciones, los banquetes antropofágicos…, todo produce una
sensación de autenticidad. Los espectadores reaccionan
histéricamente, pero se consuelan pensando que son trucos
cinematográficos...
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