"Si no te comes la sopa, el viejo del costal vendrá por ti y te llevará". Quizás a algunos de nosotros, en nuestra infancia hemos pasado por alguna de estas amenazas. Como parte de la educación, los padres suelen recurrir a arquetipos para castigar a los niños mal portados: el Coco, el Diablo, el Robachicos, Krampus etc, con la finalidad de que el niño siga las indicaciones parentales, sino habría consecuencias que consistía en la amenaza de la aparición de algunos de los seres (de acuerdo a la región o país varían) ya mencionados y que guardan un destino incierto pero horrendo para el menor mal portado. De ahí la angustia, el no saber qué sucedería si este ser se lleva al niño. ¿Se lo comería? ¿Lo mataría? ¿Lo tendría como prisionero?
Francisco Leona "El hombre del Costal" es el rostro detrás de la leyenda que se ha transformado en el castigo de los niños generación tras generación.
Originario de España, específicamente en Gádor, Almería, a principios del siglo XX. En aquel período los casos de homicidio a menores de edad se vinculaba con prácticas de curanderas y mujeres acusadas de brujería, que usaban la sangre de niño como remedio. Es de esta manera que surge Francisco Ortega, un hombre de 55 años, agricultor, que padecía de tuberculosis. Acudió con Agustina Rodríguez para tratar su infección. Impotente por no saber cómo curar la enfermedad de Ortega, recurrió a Francisco Leona. Confabularon en usar sangre y la manteca de un niño. Mientras la sangre mantuviera su calor sería más efectiva para la Tuberculosis.
Con ayuda de Julio Hernández "El Tonto" (un joven que tenía Discapacidad Intelectual y cuya condición su madre abusaba de él), capturaron a la primera víctima: Bernardo González Parra, un niño de 7 años que vivía en el campo con sus padres.
Julio engañó al niño, obligándolo a entrar al costal mientras le decía que él era el verdadero Hombre del Costal. Lo llevó con su madre quien le infringió una herida en la axila y la sangre derramada fue usada como una bebida, con azúcar, para Francisco Ortega que tomó el diabólico remedio. Aún vivo, el pequeño Bernardo fue trasladado, dentro del costal por Francisco Leona y Julio Hernández hacia las Pocicas, un desolado y árido terreno. Ahí fue asesinado a golpes con una piedra en la cabeza. Francisco Leona le extrajo la grasa y el epiplón, y posteriormente ocultaron el cuerpo en una grieta en la tierra y fue ocultado con hierbas.
Los padres buscaron al menor sin éxito alguno, hasta que otras personas hallaron el cadáver del niño en el paraje de las Pocicas. El horrendo descubrimiento los llevó a cuestionarse qué clase de monstruo había machacado a golpes la cabeza del niño y eviscerado. Junto a la víctima había una pista: un sucio costal. El cuerpo fue trasladado con los médicos que dictaminaron que murió a consecuencia de las lesiones craneales, pero la grasa y el eplipón le habían sido extraídos.
El hallazgo sirvió como nota periodística amarillista, al divulgar que la víctima le había sido extraída la grasa, a lo que se difundió la noticia de "El Sacamantecas". Aunque la verdad solo hubo una sola víctima y no tantas como se aseguraba.
Gracias al testimonio de algunos testigos que habían visto a Francisco Leona y a Julio Hernández El Tonto cargar con el costal, las autoridades detuvieron a ambos sujetos. Julio Hernández delató el crimen y confirmó que él fue cómplice, confesó el crimen al verse traicionado por su familia en no pagarle la cantidad que le habían prometido.
De esta manera la Guardia Civil capturó a Agustina, a su otro hijo y a la esposa de él ya que ellos contribuyeron a preparar el famoso remedio.
Francisco Leonas "el Hombre del Costal" fue sentenciado a morir a Garrote Vil, sin embargo falleció en prisión antes de ser ejecutado. En cambio Agustina, la curandera, su hijo y su nuera si fueron ejecutados.
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