Heredero
de la gran tradición norteamericana en narrativa de terror, que nace
con E.A. Poe y pasa por H.P. Lovecraft, Stephen King ha logrado con
sus obras una difusión jamás alcanzada por ningún otro autor en
este género, dotándolo de una vitalidad envidiable.
Danza
Macabra (1981) es un lúcido y divertido ensayo, lleno de referencias
a multitud de obras y jugosas anécdotas biográficas, que pretende
dar respuesta a la paradoja esencial del aficionado a la ficción de
terror: «¿Por qué hay personas dispuestas a pagar a cambio de
sentirse extremadamente incómodas?» Y para abordar tan complejo
asunto, King se vale de un doble recorrido, histórico y personal, a
través de la literatura y el cine de terror modernos (1950 -1980),
«con un par de salidas al margen para explorar las raíces del
género».
"El
buen cuento de horror" reflexiona King "avanza bailando
hasta alcanzar el centro de la vida del lector, donde encontrará la
puerta secreta a esa estancia que usted creía que nadie má
conocía". Tras sugerir que la ficción de terror remueve los
temores sociales más inconfesos, y que está sujeta por tanto a
cambios históricos, argumenta a propósito de su pervivencia que
«aunque los sueños inquietos del inconsciente colectivo puedan
cambiar de década en década, la tubería que se hunde en ese pozo
de sueños permanece constante y vital». «Este libro es únicamente
mi paseo por todos los mundos de la fantasía y el horror que me han
complacido y aterrorizado», explica su autor, al tiempo que nos
recomienda: «vaya mordisqueándolo de vez en cuando o devórelo de
cabo a rabo, pero disfrútelo».
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