La Diabólica Colina de Galloway


"No vayas por Galloway, ven, espera un rato, mi amigo, te hablaré de los peligros...

A veces la realidad supera la ficción e inspira a películas de Terror o novelas que abordan sobre los horrores de la realidad. 
   Ocurrió en Escocia, en el siglo XVI. Alexander Sawney Bean nació -a finale del siglo XVI- en una granja a las afueras de Edimburgo (cerca de la costa oeste). Se corrió el rumor de la desaparición de viajeros en las áreas rocosas de Galloway. Toda persona que se atreviera a transitar por aquel rumbo no se volvía a saber de ella jamás. Aparecían restos humanos cerca de las costas, ya sea huesos, cráneos o partes mutiladas. La gente comenzó a divulgar la leyenda que por aquel lares había demonios que devoraban a las personas, mientras que otros sostenían que pudiera tratarse de una manada de lobos. Esto provocó que la gente evitara viajar por aquel lugar.
   
Otra conjetura, además de terrible, es que se pensó que se trataba de dueños de posadas. Probablemente asesinaban a los huéspedes y enterraban los restos para quedarse con las pertenencias. Muchos fueron los condenados a confesar, por medio de la tortura, para admitir su culpabilidad. Esto orilló a que algunos dueños de posadas abandonaran el negocio. Pero la aterradora verdad estaba por ser descubierta.
   Un grupo de 30 viajeros, que se disponían a volver a casa, escucharon gritos delante de ellos. Al dirigirse al lugar encontraron una dantesca escena: un hombre trataba de defenderse de un grupo de salvajes. Usaba su espada contra ellos, pero en el suelo yacía el cuerpo sin vida de una mujer que fue degollada. Lo más aterrador era ver cómo el cadáver de la mujer había sido destripado, mientras que algunas de las personas salvajes devoraban su carne, como si fueran hienas salvajes. 
   Al ser descubiertos por la multitud, la horda de caníbales huyeron hacia las colinas de Galloway, lugar del que tanto se contaban leyendas de las desapariciones. 
   El hombre que se defendía comentó al grupo que había sido atacado, junto con su esposa, por la horda de hombres salvajes y habían asesinado a su esposa. 
    El testimonio del sobreviviente llegó hasta los oídos del Rey James I de Inglaterra que tomó cartas en el asunto. Envío una tropa de 400 soldados a las colinas de Galloway y buscar a los responsables de los crímenes. Los soldados llevaban perros de cacería que no tardaron en identificar el hedor de carne en estado avanzado de putrefacción. Encontraron una hendidura en las rocas que conducía a unas cuevas con más de milla de profundidad en forma de zigzag. Llegaron a una caverna donde les esperaba el auténtico Terror: cabezas decapitadas y cuerpos desmembrados adornaban la estancia.Algunos restos humanos eran conservados con sal, quizás para mantenerlos frescos durante más tiempo. Los responsables de la carnicería humana se trataba nada más y menos que un grupo de cuarenta y ocho personas: niños, adultos y jóvenes. 
   Todos fueron apresados y por orden del Rey James I fueron condenados a la ejecución. No hubo juicio para ellos, ya que el Rey consideró que no merecían eso mas que la muerte. 
   Los hombres Sawney Bean fueron desmembrados vivos delante de la vista del público, mientras que las mujeres fueron quemadas vivas en la hoguera. 
   Sin embargo, ¿quiénes eran esta familia de caníbales?





Alexander Sawney Bean nació -a finale del siglo XVI- en una granja a las afueras de Edimburgo (cerca de la costa oeste). Cuando se casó, decidió alejarse de la civilización y viajó al lado opuesto del país. Encontró un hogar pero no se trataría de una casa, sino una apertura entre las rocas que aguardaba una cueva con más de una milla de profundidad. 
   La pareja tuvo hijos y para sobrevivir a las inclemencias asaltaban y asesinaban a los transeúntes o turistas que recorrían la zona. Pero el hambre y la escasez de alimentos orilló a los Sawnney Bean a tomar medidas más drásticas: canibalismo. Las víctimas después de ser asesinadas, les robaban las pertenencias e introducían el cadáver a la cueva. Desollaban el cuerpo y se alimentaban de los órganos vitales. 
   Los hijos fueron creciendo pero también la psicopatología en ellos: los hijos sostenían relaciones incestuosas entre ellos y tenían hijos de la relación, prácticamente vivían como animales salvajes. 
   Los Sawney Bean no se conformaban con personas solitarias, también atacaban a grupos de cuatro e incluso hasta de seis. Eran precavidos, solo atacaban a viajeros que iban a pie, nunca a caballo. Procuraban no dejar a nadie con vida. 
   Los Sawney Bean no se conformaban con personas solitarias, también atacaban a grupos de cuatro e incluso hasta de seis. Eran precavidos, solo atacaban a viajeros que iban a pie, nunca a caballo. Procuraban no dejar a nadie con vida. 
   La leyenda de los Sawney Bean prevalece aún en nuestra época, y ha inspirado películas de Terror como "Masacre en Texas", "Las Colinas Tienen Ojos" o la novela "Al Acecho" de Jack Ketchum. 
   En aquella época, después de la ejecución de la familia caníbal, se creó una balada que dice así: 
   "No vayas por Galloway, 
     ven, espera un rato, mi amigo
    te hablaré de los peligros.
    Ten cuidado con Sawney Bean. 
    Sabemos que espera ahí, 
    pero su cara raramente se ve.
    Sawney tiene esposa e hijos,
    sé cauto para que ellos
    no cojan tu caballo y viertan tu sangre,
    en la cueva de Sawney Bean.
    Desean ver tu garganta cortada.
    Uno de ellos limpiará tu cadáver.
    Mas no temas tanto: los soldados
    vigilan los paseos. 
    Es un mandato del Rey: 
    llevan la orden de fuego y espada
    A Sawney Bean y a los suyos
    los han colgado alto en el torreón de Edimburgo"


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