Mucho más que danzas, posesiones, zombies y brujería, el vudú es un culto religioso que ha multiplicado la cantidad de feligreses de regiones como Haití, al tiempo que se desarrollan los practicantes del vudú.
El vudú es una religión resultado de un sincretismo entre los habitantes de África que fueron esclavizados y trasladados a América, con las creencias religiosas de los esclavizan tes. Es un culto politeista, es decir, se compone de varias deidades con funciones específicas y formas de adoración particulares. Tuvo su origen en el norte de Haití, durante la ceremonia de Bois Caiman el 22 de agosto de 1791. Esta ceremonia fue el génesis de la rebelión de los esclavos negros. Por lo tanto, el vudú representa un acto de liberación para un pueblo que fue sometido.
De acuerdo con la autora Hilda M. Cadena, en su artículo "La Posesión y el fetiche como elementos fundamentales en la práctica de la religión vudú" , cuando fueron esclavizados habitantes de África, ellos ya practicaban sus propios ritos. Entre ellos destacan posesión y fetiche.
El primero consiste en un trance que ingresa el practicante para contactar al loa, un espíritu, con forma humana, intermediario con las deidades sagradas del vudú. El loa es convocado por un hougan (hechicero) o una mambo (sacerdotisa) al que se le puede usar para favorecer una petición. No obstante, en el ritual, el loa posee el cuerpo del invocante. Este proceso de posesión espiritual es conocida como "la monta", debido a que el ente "monta" colo al caballo, al invocante.
En cambio, el fetiche no es exclusivo de la religión vudú, aparece en culturas anteriores de África. El fetiche se construye basándose en la imagen de la deidad a la que se rinde adoración.
Dentro las creencias del vudú, aparece el concepto atche, término que hace referencia a la energía vital y omnipotente del universo.
En los rituales vudú, una parte del atche se puede usar para impregnar a ciertos objetos donde varía sus intenciones, entre ellos el fetiche.
De manera cultural, se cae en la creencia errónea de que el fetiche es la representación de un sujeto, al que se usará para algún mal. Pero esta imagen estereotipada es la que más se ha difundido en medios masivos de comunicación. No obstante, el fetiche varía de acuerdo a la finalidad de quien lo creó. Entre las intenciones también se identifica el "hacer el mal" a otra persona, específicamente en perjudicarla o causar la muerte.
En el vudú no se considera al fetiche como una representación directa del loa, los practicantes están conscientes de que esa figura no es la deidad, pero se puede impregnar de la energía simbólica del atche, al grado de cobrar vida.
El fetiche puede estar presente en los rituales del vudú, mientras se invoca al loa.
Cuando se pretende lastimar a una persona, la energía simbólica del atche impregna el fetiche. Para esto es importante que la figura no sea una copia exacta del sujeto, puede contener algunos elementos alusivos.
Las agujas será la herramienta que se usará para representar, a través de la energía simbólica, el perjuicio desiderativo.
Aunque también el fetiche se puede usar para someter la voluntad de la persona, como el enamoramiento.
Como se pudo apreciar, el fetiche no necesariamente se usa sólo para lastimar a terceros, sino también pata atraer el at he que se manifestará con el poder de la invocación. El fetiche es elemento importante para los rituales vudúz, pues se rinde tributo al loa a cambio de los favores.
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