La Tulevieja: amamantadora espectral



Para encontrar a la Tulevieja solo es seguir el guiarse con las hormigas en la selva, pues ellas se orientan con el rastro de leche materna derramda por este espectro. De apariencia monstruosa, la Tulevieja es descrita como una anciana de baja estatura, complexión gruesa y larga cabellera blanca. Sus pechos son enormes, de los cuales desprende la leche. Su apodo es debido al sombre de tule que se carga y solo deja ver una parte de su vieja cara. 
   A veces anda desnuda y recorre la selva, mientras que en otras versiones su apariencia corresponde a las antiguas arpías de la antigua Grecia: mujer con pecho de ave y alas. En otros relatos posee alas de murciélago. La curiosidad abunda en este ser, pues en lugar de pies, unas enormes patas de ave recorre la selva dejando huellas invertidas, ya que sus patas también están volteadas. Esto le permite desorientar a aquellos que anhelan buscarla. 
   A pesar de su grotesca apariencia, en realidad es inofensiva. Se alimenta de las cenizas que quedan de las fogatas. Cuando los campistas o exploradores despiertan y descubren la fogata apagada y con huellas de ave, deducen que la Tulevieja los ha visitado. 
   

¿Quién es esta mujer de aspecto ominoso y a la vez misteriosa? ¿Acaso fue humana alguna vez? La leyenda de la Tulevieja se remonta en los pueblos rurales de Costa Rica y Panamá, al pertenecer a dos países de América, es de esperarse que habrán diversas versiones. Por ejemplo, la versión más común nos habla de una joven mujer que sostuvo relaciones sexuales con un hombre, sin protección quedando embarazada. Cuando ella da luz reconoce que no podrá mantenerlo y decide colocarlo en un tule que deja flotando en el río. Lo abandonó pero poco después se arrepiente y lo busca, siendo demasiado tarde, el bebé desapareció. Ante el remordimiento, se suicida ahogándose en el mismo río. En el más allá, la muerte la condenó a vagar sobre la tierra en búsqueda de su vástago en los ríos
   Se introduce en las gélidas aguas de los ríos, buscando desesperada al niño. Cuando ingresa a las aldeas, durante la noche, los llantos de bebé la atraen. Se acerca a las chozas y se roba al infante, al que confunde con el hijo abandonado. Sus enormes pechos, cargados de leche, sirven de alimento al bebé. 
   La Tulevieja, al igual que las historias de fantasmas castigadores, su leyenda funciona para corregir a los menores mal portados, son amenazados, sino se portan bien la Tulevieja vendrá por él. Sin embargo las leyendas no refieren nada a que este ente les haga algo terrible aunque no se vuelve a saber de ellos; en cambio su presencia fantasmal está más relacionada con una figura de protección, pues ella alimenta a los bebés con hambre. 
   Esta versión de la leyenda se asemeja más a la clásica Llorona mexicana que ha trascendido fronteras. Mientras que la otra versión difiere a la clásica alma en pena en busca de su hijo. En la otra leyenda, la Tulevieja sería un ente despechado en busca de venganza. Nuevamente la temática de decepción amorosa está presente. Tras ser engañada por su infiel esposo, la Tulevieja jura tomar revancha. Por las noches se transforma en una atractiva mujer de pechos enormes que atraen la atención de los mujeriegos. Una vez que caen en sus brazos, el ente revela sus verdaderos pies: unas enormes patas de ave con garras, dispuesta desagarrar a su víctima. 

  La oración "Alabado sea el Santisímo" es el único recurso que conseguirá ahuyentar a esta criatura, desplegará sus alas y volará en dirección al sol, perdiéndose a lo lejos. 
   La colonización española influenció en la creación de la leyenda, puesto que el origen de la Tulevieja se remonta desde los pueblos étnicos bribri. Itsö es el nombre de la entidad que corresponde a la Tulevieja que puede ser tanto masculino como femenino. Puede asumir diferentes formas. Se alimenta, principalmente, de carne humana, devorando a los bribris. Su hambre es el resultado de un acuerdo mutuo con el dios Sibú, al que ayudó a cargar una olla de chocolate. La única forma de protección contra este ser es con tule (fragmento de bejuco). Itsö también es el nombre que reciben los demonios de la misma tribu de los bribri. Entre estos seres se distingue uno de nombre Wikela, que toma forma de un anciana con gusto por la carne de niños a los que caza en los bribri. 
   La leyenda varia también en algunas regiones de Costa Rica, en especial en San José correspondiente a la capital de la República de Costa Rica. La Tulevieja es una anciana que ha recibido este apodo al llevar, en su cabeza, una tule desgastado y sucio. Originaria del cantón Desamparados, la anciana era objeto de burla de los niños que señalaban su tule, ella respondía persiguiéndolos con un palo pero nunca les puso una mano encima. 
   Un día, la anciana pierde su tule en un río y en un intento de recuperarlo, se lanza a las aguas y termina ahogada. Su espirítu se aparece en los ríos, trata de llevarse a los niños que se atreven a nadar solos. Esta versión ha funcionado para comportar a los niños y hacerlos que obedezcan a sus padres. Sin embargo, la tulevieja no se limita aparecerse en los ríos, visita las aldeas apoyada con un palo a mandera de bastón. Con forma de anciana lleva una carga de leña. Lleva su sombrero de tule y viste un largo vestido negro. Los niños se burlan de ella y la apodan la tulevieja. Dentro de su inocencia, ignoran que ella es la auténtica Tulevieja y termina revelando su verdadera apariencia. No se vuelve a saber nunca más de ellos y en cada aldea desaparece un grupo de niños, justo donde esta misteriosa anciana aparece. 

   

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