A ciertas horas de la noche, cuando unos cuántos automovilistas transitan por la desolada avenida de Enrique Díaz de León, fuera del panteón Mezquitán la reja de salida ofrece un macabro panoráma: hileras de lápidas que tienen décadas y dos siglos de existencia. La poca luz ilumina algunas tumbas deterioradas, mientras que las más contemporáneas el mármol resalta como un contraste de las sombras.
Solo algunos incautos han sido testigos de la aparición de una mujer que recorre las tumbas. Está vestida de negro, portando un velo que imide ver su rostro y sostiene un ramo de flores. Parece buscar una tumba en especial. Nadie puede soportar la dantezca visión por mucho tiempo. Por esa razón muchos transeúntes prefieren evitar esa parte de la calle.
Se dice que esa mujer se trata de Margarita y busca la tumba de su amado Raúl, quien murió en la Ciudad de México a consecuencia de la Viruela. Estaban comprometidos aunque su padre se opusiera a la relación por la diferencia de nivel económico del joven. El joven había salido a trabajar para cumplir su sueño y eso se desmoronó. Ahora Margarita vaga en las tierras sagradas del panteón en busca de la tumba de su amado. Forma parte de una de las tantas leyendas que forman parte de Mezquitán, la necropólis que se halla en el corazón de la ciudad de Guadalajara.
Fundado en el 2 de noviembre de 1896 por el gobernador Mariano Escobedo, el nombre se debe a la población que existió en 1890 en el municipio de Tonalá y significa "Tierra de Mezquites". A consecuencia de las múltiples muertes que dejaba la enfermedad epidémica que asolaba a las calles, en especial a los pobres, los panteones ya no tenían lugar. El panteón de Belén también se había saturado. Se recurrió a la contrucción de una nueva tierra sagrada destinada a los muertos.
Como dato curioso, la administración propuso que el primer difunto en ser sepultado sería gratis su sepultura. La competencia inicio entre un extranjero llamado Hans Jaacks y un tapatío anónimo. El primero en llegar fue precisamente el extranjero, siendo el primer morador.
Ubicado sobre avenida Federalismo Norte, en Colonia Mezquitán, el panteón se divide en dos por la avenida Enrique Díaz. La primera sección contiene las secciones más antiguas y al final las tumbas contemporáneas. Hay tumbas exclusivas a personas de identidad internacional, como el panteón francés, una sección limitada a residentes franceses. Entre las tumbas destaca un obelisco dedicado a los soldados.
Abundan mausoleos en este cementerio, pero ninguno como el de Don Jesús Flores. Un mausoleo que tiene forma de capilla estilo gótico que se encuentra en uno de los cruceros. Este hombre es el propietario de la antigua Casa de los Perros, actualmente Museo del Periodismo y Artes Gráficas. Antes de fallecer, se dispuso a crear un testamento que propone heredar su propiedad, custodiada por estatuas de perros, a quien visite su mausoleo a la media noche y dedique un rosario. Él mismo entregaría los títulos al nuevo propietario, tomando en cuenta que falleció.
Entre las leyendas se encuentra la tragedia de una menor que acompañaba a su familia a un entierro. La familia se distrajo por unos segundos y no volvieron a ver a la niña. La dieron por pérdida y no se recuperaron de la doble pérdida. Cuando falleció otro miembro de la familia, sepultaron en la misma fosa de la madre fallecida. Cual sería su sorpresa al descubrir los restos de la niña debajo del ferétro. La niña había caído a la fosa y posiblemente perdió la conciencia.
Una de las leyendas que más curiosidad y morbo ha generado tiene que ver con la distribución del terreno. Había mencionado que una avenida divide el panteón, pues las tierras del camposanto son parte de esa avenida. Las lápidas fueron removidas excepto los moradores de aquellas tumbas... De acuerdo con el video documental, creado por el canal "Frecuencia Paranormal", la construcción de la avenida Mungía (actualmente Av. Enrique Díaz de León) se llevó a cabo en 1962. En periródicos anunciaron, de manera oficial a la población, sobre la reubicación de las tumbas. No todos se habían enterado de la noticia y como consecuencia algunos difuntos permanecieron debajo de la nueva avenida. Durante la obra, los obreros encontraban osamentas humanas, confirmando el hecho de que no desenterraron los cuerpos.
La segunda sección del panteón se encuentra el crematorio, las lápidas son contemporáneas y se han realizado tanto obras de teatro como recorridos de terror.
El lugar también ha sido escenario de actividades ilicítas, entre ellas prácticas de brujería. De repente se puede encontrar algunos objetos inusuales como veladoras con extrañas oraciones, fotografías atadas, fetiches de cera, restos óseos extraídos de las tumbas para diabólicos rituales. Lamentablemente el descuido y el abandono ha generado que varias tumbas representen un riesgo a los visitantes, debido a la estructura frágil por la intemperie.
Para finalizar, las festividades del Día de Muertos no puede faltar, convirtiendo el sombrío lugar en una gran fiesta de colores y calaveras animadas en máscaras, de papel y recorriendo las tumbas.
Sin duda, Panteón Mezquitán es ese fragmento de memoria de nuestro pasado y futuro de nuestra muerte.
Comentarios
Publicar un comentario