Después de diez años desde la última entrega de Scream, llega la nueva secuela de Scream que supera la antecesora y nuevamente se conecta con la original.
Esta vez la dirección corrió a cargo de dos directores: Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillete, ambos estuvieron detrás de otras grandes cintas entre ellas V/H/S y Southbound.
El Pueblo de Woodsboro vuelve a ser escenario de homicidios. Hay un nuevo Ghostface aterrorizando el vecindario y asesinando a jóvenes. Tras enterarse de que su hermana Tara fue víctima de Ghostface, Sam regresa a su ciudad natal solo para descubrir que es la siguiente en la lista de este misterioso asesino, al igual que sus amigos. Deberá recurrir a la ayuda de tres expertos que han logrado sobrevivir. Sydney Prescott también regresa para detener al nuevo homicida.
Tras una larga espera, ¿vale la pena la nueva entrega? En la cripta Deimos decimos que sí. Tomando en cuenta que es una saga continua, no podemos olvidar la espantosa cuarta parte y por espantosa no me refiero a que genere miedo, sino el bodrio de secuela. Aunque solo aparece un personaje de la antecesora, la cinta no guarda relación con ésta.
Ahora es una nueva generación el blanco de Ghostface, situación que se agredece porque ya era hora de que dieran oportunidad de incluir y protagonizar nuevos personajes. Que por cierto son los que se llevan el mayor crédito, en especial la nueva protagonista Sam interpretada por Melissa Barrera, en mi parecer un personaje bien construido. Sin revelar detalles pero en esta ocasión lograr generar algo de terror psicológico.
La trama juega con la tensión en la incertidumbre de la identidad del asesino, hay escenas que logran generar este estado y te hace dudar de la confianza hasta de los más cercanos. Sin embargo no todo es miel sobre ojuelas.
Entre los detalles negativos tiene que ver con los homicidios, a comparación de las anteriores eran creativas y jugaban con las falsas esperanzas. Es decir, te hacían creer por un momento que la víctima se salvaría al intentar huir o enfrentar a Ghostface. En cambio aquí, los homicidios se sienten menos creativos, no hay falsas expectativas y hasta podría decirse que son muy flojos.
No diré la identidad del asesino por la cuestión del estúpido spoiler, pero un factor que falla es la motivación de los asesinatos. Me atrevo a decir que fue improvisado y sin sentido, incluso uno de los homicidios no tiene razón de ser.
Aun así la trama logra mantenernos ocupados en tratar de resolver el misterio. El pasado vuelve a ser clave de los crímenes y lo que encanta es la cuestión de cómo se hace crítica a las películas de terror dentro de esta misma historia ficticia, manteniendo la metaficción que siempre ha caracterizado a Scream.
Si en un futuro hubiera una nueva secuela, esperemos que se centre en la nueva generación de personajes y ya dejen de lado a los originales, pues Sydney Prescott ya dio lo que debía dar desde la tercera parte.
Hasta aquí el reporte y calificamos esta secuela un 4/5 cuchillazos.
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