En 1899 el escritor galés Arthur Machen publicó su obra maestra “El pueblo blanco”, uno de los relatos más aterradores de todos los tiempos. En él, Machen relata la historia de una jovencita: Helen. En realidad es la propia Helen, a través de sus diarios, quien in absentia narra sus solitarias caminatas por la región boscosa cercana a su pueblo y cómo en esas travesías va descubriendo el extraño mundo de las hadas, cuyos secretos le habían sido revelados desde la más tierna infancia por su extraña niñera, quien, contándole antiguos cuentos y leyendas y adiestrándola en curiosos ritos y cánticos en lenguajes desconocidos, abrió para ella el umbral que años más tarde habría de cruzar sin posibilidades de retorno. Por supuesto, los cuentos de hadas que Helen inocentemente narra tienen muy poco que ver con las dulzonas historias que los victorianos contemporáneos de Machen lanzaban al mercado bajo el sello de literatura infantil y, en cambio, están directamente relacionadas con antiguos rituales paganos y sobrecogedoras supersticiones galesas.
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