En el instituto, todo el mundo consideraba a Melvin un tipo raro. Y, además, bastante truculento: ¿a quién se le hubiera ocurrido tratar de resucitar a una compañera muerta, en público y con la ayuda de una batería de automóvil? Hasta Vicki, que siempre se había portado con él de forma ponderada y amable, tuvo que reconocer que aquello era demasiado. Han pasado los años. Vicki ejerce la medicina en su pueblo e inevitablemente tropieza con un Melvin tan raro como siempre, aunque -y él es su único testigo- curado de sus aficiones. Pero en el pueblo están pasando cosas muy extrañas, de cuyo origen sólo Vicki, sometida al amoroso cerco de su ex compañero de clase, puede tener sospechas. Sospehas desmesuradamente increíbles, escalofriantes.
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