El enorme kiosco, de estilo morisco, es una de las principales atracciones del extenso parque ubicado en Santa María la Ribera. Su majestuosidad maravilla a los cientos de turistas que acuden día a día para recorrer y tomarse fotos en él, como también recorrer los amplios jardínes. Pero quien imaginaría que en este bello lugar no solo pasean turistas o los mismos habitantes, sino también fantasmas, sombras de personas de un ayer que se resisten a desaparecer y continúan lamentándose en las extensas calles.
El área que ocupa actualmente Santa María la Ribera, en tiempos remotos fue un rancho conocido como "Rancho Santa María", situado a espaldas de Santa María la Redonda, perteneciente a la Hacienda de la Tejeda. No fue sino que en que entre el período de 1861 y 1883, gracias a la Ley sobre Terrenos Baldíos se logró la lotificación y apertura a capital extranjero en el neogocio inmobiliario que permitió el desarrollo de Santa María la Ribera. Su diseño arquitectónico sigue al de la antigua metrópoli aunque no contaba con todos los servicios de una ciudad. En lugar de servicio de agua habían pozos.
Durante el siglo XIX comienza a crecer su población y alcanzó mayor auge en el período del gobierno de Porfirio Díaz, siendo rodeada de las zonas residenciales más ricas.
Las leyendas son el ingrediente perfecto para que resalte el misterio que envuelve este atractivo lugar. En primera, se esparce el rumor que la razón de tantas apariciones fantasmales es debido a que la zona sirvió como panteón del Rancho Santa María e incluso se habla fosas para antiguos fallecidos que habitaron en el rancho, aunque eso en realidad no se ha comprobado.
A continuación, presentaremos los sitios de los cuales albergan los relatos más escalofriantes de Santa María la Ribera.
Los fantasmas de la Casa de la Cultura
Sobre la calle de Jaime Torres Bodet se encuentra un edificio que en su pasado aguarda un secreto aterrador: cubre una fosa donde tiempo atrás se sepultaban a los criminales y delincuentes de la peor calaña. La policía tenía la labor de capturar a tanto ladrón y homicida, y cuando lo hacían algunos eran asesinados por los mismos agentes. Sus cuerpos fueron sepultados. Desde entonces sus almas vagan alrededor de la Casa de la Cultura, acechando a nuevas víctimas.
También los guardias del Museo de Geología comparten que alrededor de las 3 am se escuchan risas de niños jugando, los vecinos de la zona coiciden en lo mismo. Jamás se ha visto a los niños, pero nadie se atreve a salir averiguar la identidad de aquellos fantasmales infantes.
Pero uno de los hechos constatados fue por la misma ex directora de la Casa de la Cultura, en aquel entonces fue Yolanda Sierra también autora del libro "Guía de Fantasmas de la Ciudad de México". Ella estaba dispuesta a retirarse de noche cuando su auto comenzó a fallar. Un guardia, con vestimenta antigua, la acompañó hasta que llegara el mécanico. En cuanto llegó el servicio, el guardia ya no estaba con ella. Al día siguiente preguntó por el guardia y nadie supo dar razón de él, especialmente al describirlo y solo obtuvo como respuesta que aquel uniforme puesto era demasiado antiguo.
Los Marinos del Colegio Hispano Americano
El edificio que ocupa en la actualidad el Colegio Hispano Americano, tuvo diversas funciones, entre ellas la Sede de la Secretaria de Marina y posteriormente era ocupado por monjas. Se cuenta que en la zona se había convertido, por desgracia, en un foco de asaltos y delincuentes. Dos ladrones entraron al edificio donde se albergaban a las monjas. Su perversa mente los empujó a invadir con la finalidad de robar y violar a las monjas hasta que los vecinos escucharon alarmados los gritos de estos dos delincuentes que al mismo tiempo trataban de huir. Al ser detenidos, admitieron su fechoría pero no contaban con que dos marinos, que custodiaban los dormitorios, se encargaron de echarlos a golpes. Sin embargo se aterrorizaron aún más al saber que no existían en realidad dichos marinos. Algunas personas atribuyeron que los marinos correspondían en realidad a los espirítus de los marinos que antes estuvieron ahí.
Casona de Aragón
El edifcio funge como un restaurante sobre la calle Dr. Átl, pero al mismo tiempo es escenario de la aparición de una anciana. Los meseros han sido testigos de cómo por las noches una misteriosa anciana, ataviada de negro y con rebozo, hace su aparición. Aunque es una manifestación inocente, más de uno ha pegado un susto al verla ya sea dentro o fuera de la casa a altas horas de la noche.
La Mano Peluda
Quizás algunos se remonten al título del programa radiofónico que permaneció al aire durante más de veinte años, pero en realidad el origen del título proviene de una leyenda que es conocida en Santa María la Ribera. Fue ahí donde fue la génesis de una de las más escalofriantes leyendas y de la cual dejamos al final.
En el siglo XX, por los rumbos existía un caballero de nombre Garza, hombre de pocos escrúpulos, temido y odiado en los alrededores de Santa María la Ribera. Era usurero y cobraba muy altos intereses a los endeudados. De apariencia tramposa, era un enano barrigón que siempre tenía puesto anillos de oro, como una señal de burla y desprecio a los mismos pobladores. Cansados de sus abusos, uno de los habitantes maldijo al usurero amenazando que su mano se secaría hasta perderla. Como una profecía, el usurero se percató que la piel de su mano comenzaba a deteriorarse, como si estuviera seca. Un día, en la plaza, fue encontrada la mano cercenada del usurero cerca del kiosco. Se cuenta, desde entoces, que aquella mano aparece por las noches, inmóvil enseñando los anillos de oro y quien ose quitarle un anillo, ésta cobrará vida para vengarse.
Que esto no impida que usted pueda visitar Santa María la Ribera y conocer la Alameda y a sus fantasmas.
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