Terror en la marginación social: el mataindigentes


En 1982 surgió una crisis económica que golpeó el país de México, crisis generada por la Deuda Externa y la Inflación. Los índices de pobreza se elevaron y en las calles pululaban los niños con hambre, personas sin hogar que vivían al día, personas con trastornos mentales que nunca recibieron un tratamiento, inmigrantes, entre otros en condición marginal. 
   Guadalajara, Jalisco es actualmente considerada como unas de las ciudades del país con un gran desarrollo económico, pero en la década de los 80's también había sido sacudida por la crisis. Aún no existían los albergues para los indigentes hasta que en enero de 1989 un indigente, un hombre alrededor de 60 años, apareció sin vida en la calle. Uno podría pensar que era debido por el frío, la inanición, alguna droga pero no fue nada de eso. El hombre había sido víctima de un tiro en la cabeza. La bala correspondía a la fabricación de la empresa Winchester, por lo que no era cualquier arma de fuego, era especial. Además el casquillo estaba cerca del cuerpo, colocada ahí de manera intencional. La víctima fue encontrada sobre una banca, al parecer dormía ahí. Fue un tiro limpio, directo en el cráneo.
   

Al principio, la muerte del hombre sin identidad había pasado inadvertida por la policía, pues lamentablemente para las autoridades no valía la pena indagar el asesinato de una víctima marginada. 
    Sin embargo, otra víctima apareció con las mismas condiciones: un indigente que dormía en una banqueta en los barrios bajos de Guadalajara. Al igual que el primero, había un casquillo colocado de manera intencional cerca del cuerpo. Esta vez se supo que el arma de fuego correspondía  una calibre 7.65 de origen italiana. Un arma de fuego descatalogada y coleccionable, por lo que el criminal pudiera tratarse de una persona clase media-alta. Pero las autoridades no estaban dispuestas a invertir en la investigación; las víctimas eran pobres, a pesar de que se contaba con testigos que aseguraban haber visto a un masculino conducir un Wolkswagen sedán blanco, no se tenía la intención de levantar investigación. 
   A partir de la tercera víctima aparecían más indigentes asesinados en las mismas condiciones cada quince días. La sospecha de un asesino serial llegó a oídos de la Prensa que se aprovechó para publicar notas amarillistas y crearon un título para el homicida "El Mataindigentes". 
   Entre los meses de febrero y marzo ya iban en total seis víctimas. La quinta víctima fue hallada en el Sector Libertad con un tiro en la regió occipital. Mientras que la sexta fue asesinada en una avenida transitada. Esta vez los testigos aseguraron haber visto al asesino: un hombre con gabardina negra. No vieron su rostro pero lo vieron huir en un Wolkswagen azul, otros decían que era blanco. Esto indica que el homicida ya no aguardaba la soledad para cometer el crimen a menos que se piense en dos versiones: un imitador que, motivado por la prensa, realizó el asesinato. La segunda es que ya no podía contener sus impulsos y no le importaba matar delante de más personas, pues sus terribles crimenes quizás eran percibidos como "muertes compasivas". Se inclina más por la segunda versión, pues el testimonio con la sexta víctima apunta al mismo vehículo que se vio en el primer homicidio. 
   El ritmo del Mataindigentes aumentó, ya no era cada quince días. En el lapso de una semana mató a tres indigentes más y dejaba su firma: el casquillo cerca del asesinado. 
    Los Medios de Comunicación no dejaban de hablar del caso y se habían formulado hipótesis sobre la motivación e identidad del Mataindigentes. Con todo esto, la policía no podía capturarlo, solo contaban con pistas. Hubo un incidente en donde un joven fue acribillado en la espalda. Se detuvo al responsable, mientras que el joven fue confundido por un indigente. Tenían a un detenido pero no se trataba del Mataindigentes. 
     Uno de los asesinatos que mayor polémica causó del Mataindigentes fue su novena víctima: un hombre al que la historia conoció como "el Raffles Mexicano". Vicente Hernández Alexandre fue un hombre dedicado al robo y a la estafa, un ladrón de guante blanco. Solía disfrazarse para engañar a millonarios y extraerles sus posesiones o estafarlos. Él solo robó a los ricos, sin necesidad de violencia u homicidio. Incluso se había ganado la admiración de algunas mujeres. Lograba colarse a reuniones de la alta sociedad. 
   En prisión se había disfrazado de mujer para escapar, pero no consiguió hacerlo a manos del Mataindigentes el ocho de marzo de 1989. Al salir de prisión no podía volver a los círculos conocidos y terminó en la calle, como indigente. Narraba sus hazañas a las personas para ganarse unas monedas, llevando consigo un portafolios donde guardaba la evidencia de sus aventuras. 
   Lo más probable fue que el Mataindigentes desconocía a quién había asesinado. Su muerte llegó hasta oídos de los Medios de Comunicación que se encargaron de difundir la noticia. En la ciudad de México se enteró del homicidio del Raffles.
   Con la difusión se había presionado a las autoridades locales para atrapar al criminal. Hubo paranoia y falsas acusaciones. En aquel entonces, el procurador general de Jalisco, Guillermo Reyes Robles, junto con Héctor Córdoba (Jefe de la Policía Judicial) se encargó de realizar operativos y aprehendió a inocentes sin importar si estaban implicados o no. Uno de esos casos fue el de Salvador Reyes Partida, de cuarenta años, acusado falsamente de ser el Mataindigentes. La prensa se encargó de anunciar que al fin capturaron al asesino. 
   Hubo otros inocentes, como Moisés Cabello que fue forzado a firmar una declaración y después se le retractó. Por cada capturado había una noticia que aseguraba el arresto. 
   No había más pistas, mas que el avistamiento de un Wolkswagen y los casquillos encontrados que pertenecían a una arma de colección. 
    Un empleado de uno de los tantos moteles de mala muerte de la ciudad, declaró que había conocido  a un hombre propietario de un Wolkswagen azul marino. Su conducta era sospechosa, pues lo descubrió escuchando las noticias sobre los crimenes del Mataindigentes y se reía burlonamente. La policía fue enviada a vigilar la zona durante siete días y capturaron a un masculino de 39 años. Fue identificado domo Osvaldo Ramírez. 
   Durante el interrogatorio, Ramírez admitió ser el responsable de un homicidio: el de su amante. Mató a su pareja y abandonó su cuerpo.  Osvaldo era homosexual, por lo que sus preferencias sexuales fueron motivo para inculparlo. Se trataba de una época díficil para aceptar a la comunidad LGTBIQ, por lo cual no hubo reparos en acusarlo de los otros homicidios. Usando la homofobia de la población tapatía, fue el pretexto perfecto para hacer creer que se atrapó al Mataindigentes. 
    Tiempo después, Osvaldo Ramírez quedó libre y pasaba desapercibido por la sociedad. 
    Nunca se supo sobre la verdadera identidad del Mataindigentes. No se sabe si aún permanece vivo en las calles de la ciudad, dispuesto a salir de nuevo a matar. 

Análisis del caso

A pesar de que aún se desconoce la identidad del auténtico mataindigentes, se puede analizar la naturaleza de sus crimenes para desarrollar un intento de perfil y las cuestiones de su homicdio, pero también la relación de los homicidios con el contexto social. 
   Dispararles en el cráneo mientras duermen las víctimas, nos indica que se sigue un método riguroso y cauteloso. Aunque no deja de ser un asesinato, no hay indicios de violencia, mucho menos de esfuerzo alguno. Se puede deducir que el motivo los homicidios corresponde a una intención "misericordiosa", tenerle lástima a la víctima y despojarle de su vida por su condición. Dejar el casquillo en el lugar del crimen, es evidente que el asesino quiere dejar en claro de quién se trata, aunque mantenga su identidad oculta, sobre todo porque el casquillo pertenece a un arma descatalogada y de colección. ¿Por qué no usar un arma cualquiera? ¿Para qué un arma de colección? La pistola era una calibre 7.65, italiana. Se trata de un modelo que se dejó de producir en 1967 y era común en el ejército. Deja pensando en la posibilidad de que el homicida pudiera haber sido militar y asesinar como un acto liberador para la sociedad que atravesaba una crisis económica. 
   Las víctimas, al ser indigentes, pudieran representar el rechazo hacia la crisis, al temer que se puede terminar igual y creer que se hace un favor social. Además una forma de clasismo, pues los pobres no dejan de ser considerados como una carga, el desprecio de una sociedad que trabaja y los ve como personas que no producen. 
    Hay otros rasgos a analizar del asesino y se trata del contexto social, en este caso el desprecio hacia los pobres. No se necesita ver la serie de Dahmer para comprender los actos discriminatorios de la policía, pues en el caso del Mataindigentes ocurre lo mismo: la policía ignora los primeros homicidios al tratarse de indigentes. Hubo testigos que afirmaban las características del asesino y les hicieron caso omiso. 
   Solo se actuó cuando la noticia llegó a Ciudad de México con el asesinato del Raffles. El hecho de que las autoridades atrapaban y acusaban gente inocente, nos habla de la incompentencia y falta de preparación por parte de ellos. Además, la manifestación de la homofobia se muestra al capturar a Osvaldo Ramírez, quien asesinó a su pareja, y le imputan los otros homicidios. 
    No es de extrañar que otros asesinos seriales operen en México, ante la falta de preparación de las autoridades, aunado el desprecio de la sociedad hacia minorías. 
    En conclusión, describimos a un asesino serial metódico, cauteloso y misericordioso con las víctimas, pero actua bajo el desprecio social hacia estas minorías. Para dejar su firma y ser reconocido como alguien que contribuye a su comunidad. La falta de capacitación de la policía, le permite al Mataindigentes actuar en plena luz del día. El dejar de matar solo fue un período de descanso, deja la posibilidad de que haya actuado de nuevo en las calles. 

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