Exorcizando nuestros demonios internos: análisis de la película El Exorcista


"Muestráme un doble de Regan. La misma cara, la misma voz, todo. Sabría que no es mi hija. Me lo gritaría en las entrañas. ¡Y le digo que eso que hay arriba no es mi hija!" diálogo entre Chris McNeil y el padre Karras. 
   Este diálogo lo asocio con una madre que desconoce a su hija: ella no es la misma, no es la niña tierna con la que jugaba, con la que podía llevar de paseo, a la que podía ocultar secretos. Eso de allá arriba no es su hija, la que idealizaba, es otra hija. Una madre que desconoce que su hija ya no es la misma, es otra. Me hace pensar en los padres de  hijos adolescentes, a esos hijos que desconocen por no ser los niños de antes. 
  Con este breve escena inicio una de mis películas favoritas de terror de todos los tiempos. El Exorcista fue una película aclamada por la academia que logró sugestionar a una toda una población allá en el año de 1973. Está basada en la novela de William Peter Blatty, quien a su vez se inspiró en un caso registrado en el periódico, a un joven al que la prensa llamó Douglas Deen. 
   La cinta cuenta con la participación de Ellen Busrtyn como Chris McNeil, Jason Miller como el padre Damian Karras y por supuesto la pequeña actriz Linda Blair que se robó la atención de todos al protagonizar a Regan McNeil, la niña poseída por una fuerza demoníaca. 
    Se compone de algunas subtramas que se centra en la tragedia de algunos personajes y sobre cómo la posesión demoníaca termina afectando a éstos y no sólo a la poseída. La historia inicia con la exploración arqueológica del padre Lancaster Merrin, en Irak. Allí encuentra una misteriosa pieza que representa a un demonio haciendo que despierte en él una inquietud y poco después se topa con una estatua que alude al demonio Pazuzu, originario de la mitología mesopotámica. Esta escena es una advertencia sobre el descenlace de la cinta, el enfrentamiento entre el bien y el mal que han de encontrarse una vez más y pareciera que esa es la idea, un destino que conlleva a este enfrentamiento.        Posteriormente, la cinta se sitúa en la ciudad de Georgetown. Conocemos a la famosa actriz Chris  McNeil que ocupa una residencia rentada junto con su hija Regan, una adolescente de 13 años tierna, amable y juguetona, su servidumbre compuesta por una pareja de ancianos y asistente Sharon. Vive cerca del set de filmación donde participa, bajo la dirección de Burke Dennings, un peculiar director de cine que parece insistir en salir con ella. 
  Chris es una mujer impaciente, en ocasiones despóta y suele perder el control donde termina exaltándose y maltratando a otros. Chris está separada de su esposo, un hombre que al parecer no dedica tiempo a su familia. El rodaje de la película, donde ella debe protagonizar a una profesora universitaria, es el lugar donde conoceremos al padre Damian Karras, clérigo y psiquiatra de su congregación. Él es hijo único de una mujer de la tercera edad que habita sola en un apartamento en una zona marginada de la ciudad. De este lado conocemos lo opuesto, de un estilo de vida pudiente a una clase social pobre. Karras sabe que su madre está enferma y no puede dejarla sola, mientras que ella se resiste a habitar en un asilo. 
    Esta introducción nos presenta a los personajes principales, la trama se divide en los dos que son Chris McNeil y Karras, cada uno enfrentando a sus propios demonios y no solamente al que habita en Regan.
    Chris se percata que su hija encontró un tablero ouija en el sótano y la invita a jugar con ella. El supuesto espíritu se nombra como "Capitán Howdy". De esta manera nos pretenden ver que la posesión inicia por la invocación con la ouija, sin embargo hay una escena todavía más clave que nos ayudará a entender el conflicto en Regan y su madre. Cuando Regan se prepara para dormir, aborda a su madre con una serie de preguntas que tienen relación con Burt Dennings, pues la chica vio en una revista que divulgaba un amorío entre la actriz y el director; ella pretende saber sobre esta relación y esto nos orienta a saber sobre algo que Regan comienza a conocer: la sexualidad. Regan quiere saber sobre la sexualidad a través de una pregunta inocua. No obstante, la madre se limita a negar todo, la trata como a una niña ingenua que no debe saber sobre eso. La madre niega que su hija está cambiando y la muestra de ello es que Regan cuestiona la relación entre su padre y ella, como también señala la relación con Burke. 
    La siguiente escena clave, y que es la que termina atando la posesión en Regan, es cuando ella descubre a su madre discutiendo con una telefonista para contactar a su padre. Es el cumpleaños de Regan, y el padre está ausente. La chica parece desconcertada, aturdida por ver  su madre reaccionando de esa manera con otros. Pareciera que Regan descubre cómo son en realidad sus padres: una pareja conflictiva que parecen odiarse. ¿Acaso la odiarían también a ella? Quizás algunos debatan esta pregunta, pues a lo largo de la película vemos el viacrucis de Chris intentando ayudar a su hija, no habría odio en eso, pero sí en el padre por medio de una fantasía violenta que se verá en las escenas de posesión. 
    Los signos de la transformación se vuelven evidentes: Regan se acuesta en la cama de su madre, alegando que la suya "tiembla"; comienza a portarse grosera y en ocasiones parece ausente y se encierra en sí misma; durante una fiesta, la chica se baja y orina delante de todos no sin antes amenazar de muerte a uno de los asistentes; comienza a convulsionarse mientras profiere obscenidades y en una ocasión se masturba con un crucifjo de manera violenta. A pesar de las pruebas neurológicas, el médico especialista está desconcertado al no encontrar una causa en el sistema nervioso y debe acudir a la experiencia de otro médico para localizar el problema. 
   Al no encontrar ninguna causa, suponen que la sugestión sería la solución y motivan a la madre resolver el problema con un sacerdote. De esta manera, Chris McNeil encuentra al sacerdote Damian Karras, un hombre melancólico que perdió recientemente a su madre y se culpa por haberla dejado morir sola en un asilo. Karras carga con esta culpa y está a punto de perder su fe en Dios, cuando se encuentra con Regan siendo poseída. Estudiar el caso le hace comprender que si el Demonio existe es porque Dios también lo está. Es decir, el mismo Luzbel manifestado a través de aquella chica es la antitesis de Dios. El caso de Regan le hace restaurar la fe en Dios, pero al mismo tiempo hay una batalla que debe librar con su propio demonio, pues el diablo que posee a Regan se aprovecha de su vulnerabilidad para atacar su fe, y qué mejor manera que usando a su madre. 
   Por medio de la evidencia tal como fuerza telequinética, cambio de personalidad, dominio de lenguas muertas (incluso el mismo idioma inglés al revés), conocimiento de eventos futuros, el padre Karras consigue la autorización de la iglesia para realizar el exorcismo. Además, le asignan a un cura experimentado que se trata del mismisímo Merrin, a quien conocimos al principio. Ambos sacerdotes se encomiendan a Dios y tratan de liberar a Regan mediante un ritual de exorcismo. 
   En el acto, fallece Merrin a consecuencia de un infarto y Karras queda solo con la entidad demoníaca. Tiene un enfrentamiento con este ser y le exige que lo posea. Esto es un recurso que queda en él al verse vulnerable, sin embargo, al quedar poseído ha liberado a Regan y se arroja por la ventana y muere cayendo al callejón. 
    Al día siguiente, la familia McNeil ha decidido mudarse no sin antes despedirse del colega de Karras, el padre Dyer que presenció el fallecimiento de Karras y le entrega una medalla a la familia, como signo de que Dios las acompaña apesar de que Chris declara que ella es atea. Antes finalizar el film, Dyer se reúne con el agente Kinderman, un detective que investiga el homicidio del director Denning, aunque no nos lo dicen explicítamente, pero nos dan a entender que Regan pudo haberlo matado, al igual que ella fue quien profanó el altar de la iglesia de la localidad. 
   La película nos expone a nuestros propios demonios, Karras debe lidiar con el sentimiento de culpa y esto lo conduce a perder la fe en Dios, pues a pesar de haber laborado para la iglesia no contaba con el recurso económico suficiente para mantener a su madre que vivía en la pobreza. 
   Mientras tanto, el demonio que atormenta a Chris McNeill es el de su matrimonio fallido y ser madre soltera de una adolescente. Su carrera de actriz ayuda económicamente, pero tampoco tiene tiempo suficiente para Regan, y en cambio Denning la busca. La enfermedad de Regan es sólo la punta del iceberg de lo ominoso que permanece dentro de esta familia. 
    Lo que hay de oculto y familiar a la vez en la posesión de Regan es justamente esta relación entre Chris y Burke. Había mencionado que esta escena es clave en la posesión de la chica, junto con la otra en que descubre a su madre discutiendo. Pues hace pensar que a través de la posesión, Regan reclama a su madre por tener una relación con Burke y que esto fue la causa de haber dejado a su padre. Entre estos reproches de violencia la acusa de puta. En el ataque de la posesión, lo pienso como el ataque histérico que sufrían las histéricas. Recordé en el texto "Estudio sobre la Histeria" de S. Freud en como, a través del ataque, la histérica satisfacía una fantasía sexual que estando consciente no podía realizar. Protagonizaba el papel masculino para ejercer la parte activa. Bien, pienso la posesión de Regan como la escenificación de una fantasía que se compone de lo siguiente: Regan fantasea la relación entre su madre y Burke en un acto sexual, de ahí su interrogante que expone a la madre cuando pregunta por ambos. Ejerce la masturbación y la felación como la escena recreada mentalmente que tiene de su madre con el director de cine. Entonces, este acto se compone de 3 personajes: su madre teniendo sexo, el segundo es Burke y el tercero es la misma Regan imaginando como testigo. 
  El ingrediente es la agresividad, lo deduzco de la misma agresividad entre Chris y su ex esposo, la manera en cómo ella explota y que Regan la réplica mediante los ataques por medio de una identificación con ella. El demonio de Regan no sólo es Pazuzu, es el demonio del odio hacia la madre por engañarla, por tratarla como a una niña boba que no debe saber nada sobre las relaciones de adultos y que ignora que ella misma atraviesa un período de cambio. 
   La adolescencia no es sólo una típica etapa evolutiva, sino un espacio de transición, donde puede surgir aquello que en la infancia se calló, se invisibilizó y que se manifiesta como síntoma. Regan idealizaba a su madre, pero al verla discutir por teléfono cambia de esa madre ideal a una madre odiosa, agresiva, explosiva y déspota. Vio a su madre cómo lo que es en realiadad y no sólo la faceta amorosa. En el personaje de Regan transita lo que no se dice en esta relación familiar, el odio generado hacia su madre y que en lugar de verbalizarse se actúa mediante los ataques histéricos identificándose sea como la madre o como Burke, pues recordé esa escena en que ella se es descubierta masturbándose con el crucifijo y actúa la voz de Burke, quien por cierto dirige un odio destructivo que culmina en homicidio. 
    El Exorcista nos invita a reflexionar sobre nuestros propios demonios que nos poseen, que actúan en lugar de palabras y que terminan manifestando lo ominoso de nosotros. Esos demonios que son parte de nuestro Yo y que mantenemos ocultos, pero que en algún momento saldrán. 

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